El matrimonio es un evangelio que Dios escribe




  
  
  
  
  

 En la Biblia, El Libro de Tobías cuenta una historia interesante. Fue escrito como una historia de ficción, como una parábola extensa, posiblemente basada en gente real, para enseñar la piedad y la moral, especialmente en el matrimonio. El relato está entrelazado con lecciones sobre ayuda de ángeles y la importancia de la oración y el ayuno.

Tobit es un acaudalado Israelita, amante de Dios, quien, con otros cautivos, había sido deportado a Nínive. Después de una serie de desgracias, envía a su hijo Tobías, al lejano oriente a buscar dinero. Tobías es interceptado por un hombre que, en realidad, es el Arcángel Rafael, el ángel de la sanación.
Mientras tanto, una joven dama llamada Sara, ha estado llorando a Dios. Ha tenido siete esposos, los cuales han sido asesinados, en su noche de bodas, por un demonio llamado Asmodeo. Rafael lleva a Tobías a encontrarse con ella. Se enamoran, pero ella teme que si se casan, Asmodeo le mate. Con la ayuda de Dios, vencen al demonio y viven felices por siempre.

Esta historia tiene enseñanzas para todos nosotros, casados o no. No puedo explicarla suficientemente en esta breve reflexión, así que, por favor, tómate tiempo para leer en tu Biblia todo el Libro de Tobías. Léelo como una novela y estate atento a lo que enseña sobre la ayuda de Dios.

Yo puedo asegurarles como esposa, llegando al 34o. aniversario de entrega conyugal: los ángeles y las oraciones, junto con un mutuo deseo de hacer lo que sea para alcanzar finales felices, son la esencia de la supervivencia marital.

En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús lleva el mensaje de Tobít a su máxima verdad. El matrimonio es una imagen terrena de Dios y su fidelidad y amor incondicional. El matrimonio es un evangelio que Dios escribe para revelarse a sí mismo a los no creyentes. Cada pareja cristiana debería examinar: ¿Qué clase de imagen de Dios estamos representando al mundo? ¿Estamos evangelizando a aquellos alrededor nuestro a través del ejemplo de nuestra relación?

Jesús dijo que en el cielo el matrimonio no existe. Las personas viven como ángeles. No nos convertimos en ángeles; vivimos amando a todos - absolutamente todos - como lo hacen los Ángeles. Nuestro amor supremo entre unos y otros supera el amor marital. Por supuesto mi esposo Ralph, será siempre especial para mí, pero te amaré a ti y a todos los demás tanto (en realidad, más que) como yo lo amo a él ahora. Mi relación HOY con él es un indicio del amor que tendré por todos luego que llegue al cielo. Es sólo un indicio de cómo SERÉ amada por todos.

Imagina morir y ser recibida por el cónyuge del que te divorciaste o por el bebé que abortaste o por el amigo que echaste fuera. ¿Estarás listo para darle a él o ella un amor mayor que el más fuerte amor que has experimentado en la tierra? No te preocupes, tu desagrado para amar a todos completa e incondicionalmente te será purificado. ¡Agradece a Dios por el purgatorio!

Reflexión de Las Buenas Nuevas
 
Miércoles de la 9na. Semana del Tiempo Ordinario
Junio 5, 2013
 
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2013 por Terry A. Modica

 
Las Bendiciones
"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
Bendíganse en todo momento,
al despedirse, al acostarse, al saludarse...
Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga.

Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)
Lecturas del Día:
Tobías 3, 1-11a.16-17a
Sal 25, 1-9
Marcos 12, 18-27



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