Dejando ir nuestras pérdidas


En el evangelio de hoy, vemos las emociones de María Magdalena, una de las amigas más cercanas de Jesús. Primero, ella lloró - como nosotros lo hacemos cuando nos han quitado algo o perdemos a algun allegado

Todo el camino, nosotros nos quejamos y tratamos de mantener las memorias del pasado como si lo estuvieramos encarnando en el presente. Quisiéramos que el tiempo con la persona amada o esa etapa preciosa de la vida nunca hubiera terminado. Quisiéramos poder volver atrás y disfrutar más lo que teníamos. Si nosotros pudiéramos, trataríamos inclusive de traerlo de nuevo y estaríamos enojados con aquellos (y con Dios) quienes son responsables por la pérdida..

Seguramente las lágrimas de María eran de: "Yo lo quise muuuuuucho! Yo no lo aproveché lo suficiente! Yo quiero más! Yo necesito más! Yo no puedo creer que se haya ido. No es justo! No está bien! Cómo Dios permitió esto? 

Entonces, cuando Jesús resucitado se le apareció y ella lo reconoció finalmente, ella lo abrazó con emoción, descansó, y dejo el temor. Era más que un abrazo de "bienvenido de nuevo". Ella no lo quería dejar ir. 

Cómo nos sentimos cuando recuperamos algo que habíamos pérdido? Quisiéramos colgarnos a él para no volverlo a perder.
Sinembargo, Jesús no la dejó abrazarlo por mucho tiempo. Por qué no? Seguramente él entendió sus sentimientos y sus necesidades. Su explicación: "Yo no he ascendido aún al Padre". En otras palabras, así como de bueno era tener a Jesús de nuevo, algo inclusive mejor iba a pasar.
Jesús la iba a dejar de nuevo. Su carne tenía que dejar este mundo de modo que él nos pudiera dar el Espíritu Santo a cada uno. Así el puede estar con todos nosotros al mismo tiempo.
Para cualquier pérdida que hayamos sufrido, nosotros necesitamos confiar en que Dios quiere llevarnos a un nuevo lugar, incluso mucho mejor. Necesitamos parar de colgarnos del pasado y salir del pensamiento "que pasaría si" que sólo nos hace sentir más miserables. Luego, nos convertimos en libres para movernos a una nueva vida en la cual nosotros experimentamos más a Cristo resucitado, a través del Espíritu Santo. 

La muerte y la resurreción son dos ingredientes de la vida Cristiana. No hay un crecimiento sin pérdida. No hay pérdida que venga sin crecimiento, siempre y cuando nos movamos a través del Señor. Es bueno evaluar el pasado - así como María Magdalena y los discípulos valoraron por siempre los tres años con Jesús y repetidamente lo compartían a otros - pero nosotros podríamos tambien valorar lo que Dios está planeando para el futuro, aunque no sepamos que nos depara el otro día o cómo de asustador será el futuro, Dios siempre estará contigo, y él será muy bueno contigo!

© 2013 por Terry A. Modica

Reflexiónes de las Buenas Nuevas 
 

Lecturas de hoy:
Exodo 14:5-18
Exodo 15:1-6
Juan 20:1-2, 11-18



Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga.

Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)