Descifrando la voluntad de Dios






En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús nos dice que si hacemos la voluntad de su Padre, entonces somos verdaderamente miembros de su familia -- la santa familia -- adoptados por Dios, herederos de todo lo que le pertenece a Dios en esta tierra y en el cielo. Pero saber lo que es su voluntad, puede ser a veces ser difícil, simplemente porque hay demasiadas posibilidades para escoger.

Dios nos dio nuestra propia voluntad individual para que seamos libres para amarlo. Esto nos hace vulnerables, no obstante, a tomar decisiones equivocadas. Somos libres de tomar decisiones sin primero discernir lo que es realmente mejor, justo, y santo.

Para ser como nuestro Papito Divino y vivir como sus hijos, nosotros necesitamos someter nuestra voluntad a la de El. Esto nunca significa renunciar a nuestra voluntad y ser como títeres bajo el control de Dios. Nunca significa que nuestros deseos y necesidades serán aplastados o ignorados por Dios. 

Sino que significa reconocer que Dios tiene un mejor entendimiento de lo que es mejor, justo, y santo. Y como queremos beneficiarnos del entendimiento de Dios que es mejor, queremos que nuestra voluntad sea la voluntad de Dios, no forzando a Dios para concordar con nosotros y aprobar las decisiones que tomamos humanamente, sino forzando que nuestra voluntad concuerde con la divina voluntad de Dios.

Eso no es siempre fácil. ¡Y a veces si lo es! Una oración buena, sana y santa es: "Padre, mi Papá Divino, esto es lo que quiero hacer acerca de ________, pero tu entiendes toda la situación infinitamente mejor que yo, así que por favor asegúrate de que se cumpla TU voluntad. Yo te doy permiso para que convengas mi voluntad a la tuya".

Dios no quiere que estemos confundidos o inseguros acerca de su voluntad y sus deseos. Aun cuando hay múltiples opciones buenas y a Dios le agradan todas, él tiene una preferencia, una elección preferida que él quisiera que conozcamos para que podamos tener la mejor vida posible en este mundo y la relación mejor posible con él en el cielo (con el tiempo menos posible en el purgatorio). El también desea que podamos alcanzar nuestro más grande potencial para ver cómo podemos ayudar a sus demás hijos.

Por la razón de que él nos quiere tanto, él no esconde su voluntad, por miedo a que nos cause que cometamos errores terribles o que ciegamente caigamos en el pecado. El hace todo lo que puede-- que es mucho más de lo que nos podemos imaginar - para ayudarnos a mantenernos cerca de él todo el tiempo, en cada decisión que hacemos durante el día, cada día, aún en detalles tan pequeños como escoger que comer y que ropa ponernos.

Para poder entender el cómo, cuándo, donde, etc. de su voluntad, necesitamos (1) saber lo que Dios revela acerca de ello en las escrituras (La Santa Biblia) y en las enseñanzas de la Iglesia (En los documentos de la Iglesia como las encíclicas etc. donde se explican las escrituras aplicadas a un tema en particular o doctrina), y (2) tener una relación activa y viva con el Espíritu Santo, quien es el maestro de toda verdad.

Cuando pensamos que conocemos la voluntad de Dios y sus deseos, ¿cómo podemos estar seguros de que Dios si está realmente hablando con nosotros y no es solo un engaño de nuestra propia mente? Esto requiere crecimiento espiritual, una conciencia bien-formada, conocimiento de nuestras debilidades y vulnerabilidades y de las áreas de pensamientos insanos, rindiéndonos continuamente a Dios, esperando la confirmación de amigos cristianos que sean confiables o de directores espirituales, y confiando que Dios proporcionará otra confirmación también, si es algo tan importante.

Reflexión de Las Buenas Nuevas
Martes de la Décima Sexta Semana del Tiempo Ordinario
19 de julio, 2011

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org , registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2011. Para obtener permiso para reenviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2011 por Terry A. Modica



Reflexiones para el Alma
"Una hora de visita al SANTISIMO a la semana nos da la gracia de vivir 168 horas felizmente"
(Solo 1/168 parte del tiempo semanal)
Matemáticas para el Alma.
"Si queremos evangelizar al mundo, cada uno de nosotros debe empezar por tratar de convertirse en santo."
~ Arzobispo John Patrick Foley


Lecturas del Día
Éxodo 14:21 - 15:1
Éxodo 15:8-10, 12, 17 (con 1b)
Mateo 12:46-50