Una cizaña

  
  
  
  
  
  
¿Estás comprometid@?
           
  
La explicación de Jesús acerca la cosecha al fin de los tiempos, la cual es contada en nuestra lectura del Evangelio de hoy, plantea, en mi opinión, la siguiente pregunta: ¿Por qué tenemos que esperar hasta el fin del mundo para que Dios nos rescate de los malhechores? Yo los quiero fuera de mi vida - ¡AHORA!

Oops, ¡que egoísmo el mío! Eso haría mi vida extremadamente fácil, pero ¿qué pasa con la gente quienes son cizaña en mi campo, en mi parcela de tierra? ¿Qué pasará con sus vidas? ¿Qué pasaría con su vida eterna?

Nosotros los cristianos nos nutrimos en el jardín del amor de Dios para crecer fuertes y altos, como flores hermosas, para así hacer del mundo un lugar más bonito. Hemos sido encargados por Cristo a ir por el mundo con nuestra fragancia, que es el perfume de los cielos, para influir en las vidas de los que son cizaña, para que también ellos se conviertan en flores para el ramo del reino de Dios.

Si la cizaña es arrancada prematuramente (así como cuando los criminales son ejecutados por la pena de muerte o cuando expulsamos a los que complican nuestra vida), ellos pierden oportunidades futuras para la conversión. Entonces, nosotros quienes queremos nuestra tierra libre de su "suciedad" tendremos que explicarle a Dios por qué no nos importaron sus almas.

Por cierto, algunas cizañas son bastante feas, pero otras son muy lindas. Debemos aprender a reconocer la diferencia entre cizaña bonita y flores de verdad para que así no seamos engañados en aceptar sus pecados como algo natural y terminemos uniéndonos con ellos en su inmundicia. Pero ¿cuál es la diferencia?

 Una cizaña es cualquier planta que crece donde no se supone que debe estar. Césped es una cizaña en un campo de maíz, pero en mi jardín, el maíz sería la cizaña. 
Una cizaña es cualquier persona que no esté comprometida a ser una de las flores hermosas de Dios.

Mi trabajo, como Cristiana responsable, - y el tuyo, también - es ayudar a las cizañas a descubrir su verdadera belleza y fragancia, es decir, hacerlos sentir como hijos de Dios y cómo pueden convertirse en hermosas flores.

Entretanto, esto no significa permitir que sus pecados nos lastimen. Tenemos que entender, a menudo con ayuda profesional, cómo prevenir que su veneno de cizaña nos haga daño y se propague. Y tenemos que estar en contacto cercano con Dios, para que sepamos cuándo es hora de arrancarla y darles a otros la oportunidad de convertirlos.

 Todas las cizañas comienzan como plantas que Dios hizo y llamó "buenas". En su lugar correcto, haciendo lo que Dios diseñó que hagan, ellas no fueron creadas como cizañas, pero al crecer en el lugar que no está diseñado para estar, ellas se convirtieron en "malhechores". Las cizañas son flores que no retoñaron; "flores" que no han descubierto su verdadera identidad como hijas de Dios ni su verdadera vocación como siervas de Dios.

En lugar de quejarnos de los malhechores, debemos hacer lo que Dios nos encargó y autorizó a hacer: Llegar a las cizañas y ayudarlas a descubrir su belleza interior y despertar su deseo de ser verdaderas flores en el ramo de Dios.
 

Reflexiones de las Buenas Nuevas
Martes de la 17va Semana del Tiempo Ordinario
Julio 30, 2013

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2013 por Terry A. Modica

  
Las Bendiciones
"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición"
(1 Pe 3,9).
Bendíganse en todo momento...
Al despedirse, al acostarse, al saludarse...
Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga.

Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)
Lecturas del Día:
 
Éxodo 33:7-11; 34:5b-9, 28
Salmos 103:6-13
Mateo 13:36-43