"Cercano está el día del Señor en el Valle de la decisión…
Entonces ustedes sabrán que yo soy su Dios...."
(Joel 4, 14b.17a)
¿Era el Espíritu Santo diciéndome que no escuche el consejo, o era mi orgullo diciéndome que no escuche al Espíritu Santo?
Querido Amigo,
¡Algunas veces las decisiones son muy difíciles de tomar, ¿eh?
Vivo mi vida creyendo que Dios sabe mejor que yo en cada elección, cada opción, cada necesidad de discernimiento, y la última cosa que quiero hacer es usurpar su sabiduría. Y aún así, soy vulnerable a la voz del orgullo diciéndome que Dios está de acuerdo conmigo, cuando en realidad yo estoy eligiendo mi propio deseo sobre el Suyo.
El jueves a la mañana, la redacción de este boletín fue demorado por un consejo que recibí, algo así como bien intencionado, sonando a cristiano. Algo del consejo perturbó mi espíritu, pero ¿era el Espíritu Santo diciéndome que no escuche ese consejo, o era mi orgullo diciéndome que no escuche al Espíritu Santo?
Después de conseguir el apoyo de oración de mi equipo y de un par de buenos amigos, dejé mi trabajo de lado; la buena disposición para escribir me estaba eludiendo. Necesité sumergir todo mi ser en oración y adoración, dejando mi orgullo y el problema a los pies de Jesús.
Después de 30 minutos, me llegó un recuerdo. ¿Qué había compartido con otros en el seminario virtual de la semana pasada que pudiera adaptarse a este problema?
"Cuando queremos hacer la voluntad de Dios, pero tememos malinterpretarlo, lo que cuenta es que deseamos hacer la voluntad de Dios – ese es el permiso que El necesita de nosotros para protegernos de decisiones equivocadas. Por lo tanto, deberíamos avanzar en lo que creemos que es correcto, sabiendo que si estamos equivocados, El nos tomará de nuestros tobillos para evitar que lleguemos muy lejos. Y así, o bien nos caemos porque seguimos tratando de ir en la dirección equivocada, o detectamos la ayuda de Dios, hacemos una pausa para orar, y cambiamos de dirección. En ambos casos, El nos salva de decisiones equivocadas."
¡Ajá! Me había olvidado de esto en mi hora de confusión. Estaba siendo tentada por algo que quiere que me salga del camino. Eso significa que me olvidé de mantener mis ojos en Jesús. Pero ahora, reenfocada en El, pude elegir confiar en Su ayuda para continuar manejando el consejo perturbador de la manera que me trajera la verdadera paz. Y si es la paz que viene de satisfacer los deseos de mi orgullo, Jesús tiene mi autorización para tomarme de mis tobillos y detenerme y que no llegue lejos con ello.
Una vez que alcancé ese lugar en el proceso de oración, Dios empezó a mostrar Su voluntad de una forma sobrenaturalmente clara. Dos compañeros de oración diferentes, recibieron el mismo mensaje sin saber uno del otro. Uno de ellos había empezado a recibir el mensaje la noche anterior a que ese consejo, supuestamente cristiano, me fuera remitido – y él me llamó para contarme la advertencia que había oído.
¡Alabado sea el Señor!
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2013. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2013 por Terry A. Módica