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Cada vez que abrimos nuestras bocas para hablar, necesitamos recordar que tenemos un ministerio de palabras. Siempre. Nada de lo que hablamos puede ser borrado del aire antes de penetrar en las mentes de aquellos quienes las escuchan. Aún nuestro tono de voz envía un mensaje.
Asi mismo con las palabras silenciosas de un correo eléctronico y blogs. Son nuestras palabras siempre santas? Hay una razón válida de por qué nuestras palabras no deberían ser siempre santas?
Jesús es nuestro ejemplo de palabras y tonos que reflejan el reino de Dios.
El nos dice en nuestra lectura del Evangelio hoy, "cualquiera que te esté escuchando, me está escuchando y cualquier persona que te rechaze nos está rechanzando a los dos, a mi y al Padre quien me envió."
Si ves que tan importante son nuestras palabras? Los otros escuchan a Jesús cada vez que abrimos nuestras bocas? Bueno, no deberían ellos poder hacerlo? Jesús tomó algún descanso de hablar las palabras de su Padre?
Como Cristianos, servimos como los profetas de Dios. Cuando fuimos bautizados, nos unimos al ministerio del sacerdocio de Cristo. Nosotros somos Cristo en la carne para el mundo moderno. Cualquiera que sepa que nosotros decimos ser Cristianos se lleva una buena idea o mala idea acerca de quien es Jesús y que él realmente quiere, basado en lo que ellos escuchan de nosotros.
Ser un profeta con frecuencia es un ministerio triste, porque muchas personas fallan en ver a Jesús en nosotros. Algunas veces es nuestra culpa, pero otras veces, no importa cómo de santas son nuestras palabras y no importa cómo hablamos con puro amor, las personas quienes nos escuchan tienen el mismo problema de los Israelitas en la primera lectura de hoy, ellos están "listos para ignorar la voz de Dios."
Por muchas razones, que van desde una mala educación de tomar libremente elecciones, ellos rechazan "escuchar la voz del Señor en las palabras de los profetas que él les envía," Sin embargo,Jesús no ha terminado de hablar con ellos.
Se ha dicho que una persona tiene que escuchar la verdad de 7 personas diferentes antes de que la palabra los comience a cambiar. Ese número no siempre será literalmente preciso, pero es verdad que se necesitan varios profetas. Cuando es nuestro turno, no sabemos si fuimos los primeros, en la mitad o el último profeta que Dios puso en el camino de ellos. |
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