Cómo tener una conversación íntima con Jesús

"Señor, este es el pueblo que anhela ver tu rostro."
(Respuesta al Salmo de hoy)


Estimado Amigo,
Unos días atrás, bebiendo un té con el Señor mientras hacía mis meditaciones matutinas en el balcón, observé la belleza del entorno natural y pensé cuánto tiene de reflejo de la belleza del Señor.

Desde esa vista del segundo piso, es imposible ver la hiedra venenosa que me infecta casi siempre que hago mi trabajo en el jardín. Me gusta hacer este trabajo en el jardín. Pero no me gustan los raspones que recibo.

Reflexionando en esto, me di cuenta que el Señor me estaba enseñando algo nuevamente: nuestro tiempo de oración es muy, muy importante. Nos levanta, nos aparta de los venenos del mal que tratan de infectar nuestras decisiones y que sí infectan nuestras vidas con adversidades causadas por los pecados de otros. Desde ese lugar alto, nos podemos enfocar en la bondad de Dios. Necesitamos ese tiempo – ese tranquilo, pacífico y seguro momento a solas con el Señor – para así regresar a nuestro trabajo al nivel del suelo donde podemos hacer una diferencia en el mundo.

Eso parece bastante obvio, ¿no? Bueno, aquí está el momento "¡Aha!": aún cuando tengamos muchas tareas para hacer y responsabilidades que cumplir, es correcto y bueno – y necesario para el gozo – que nos quedemos más tiempo con el Señor que lo que sentimos que es correcto. Necesitamos la visión desde lo alto que nos da la oración. No me refiero a las oraciones formales que mantienen nuestra mente ocupada en Dios, sino la contemplación tranquila de la bondad o cercanía de Dios o cualquier cosa que necesitemos ver de Dios en ese momento. Es una visión que surge de descansar en el Señor, alejado de las pruebas y venenos y actividades que enfrentaremos el resto del día.

Nuestras vidas están tan ocupadas, y hay tantas distracciones que sacan nuestro foco de Jesús, que para muchos de nosotros, es difícil bajar la velocidad y encontrar la contemplación tranquila que nos abra los ojos a la bondad de Dios. Cuando doy retiros, mi primera misión es ayudar a los participantes a alcanzar ese lugar alto tan pronto como sea posible, para así estar totalmente abiertos al Señor para que los pastoree. Les doy de tarea una oración que es una especie de "informe con Jesús":

Háblame, Mi querido ...

Cuéntame de la gente que está más cerca a ti, las penas que te causan, y los temores que tienes de ellos. ¿Cómo te gustaría que los ayude? ¿Y la gente que se ha distanciado de ti? Cuéntame cómo te han herido. Dime que los perdonas, para que yo pueda sanar tu dolor. Pide sabiduría y entendimiento al tratar con gente difícil—el miembro de la familia, el vecino, el compañero de trabajo—y yo seré generoso al darte perspicacia.

Cuéntame de la gente enferma que tú conoces, los que están sufriendo de enfermedades físicas. Cuéntame de los que están sufriendo de angustias mentales. Cuéntame de los pecadores que te gustaría ver convertirse. Me importan más que a ti mismo.

Habla ahora de ti mismo, mi maravilloso amigo.
¿Cuáles son las necesidades de tu alma? Escribe una lista—una lista larga—de todos tus deseos. No, esto no es ser egocéntrico ni egoísta, porque yo te he pedido que descargues todo en mí. Escribe esta lista, y luego ven y léemela. Hablemos de cómo tus deseos glorificarán a mi Padre, y yo mantendré la lista cerca a mi corazón.

¿Cuáles son las preocupaciones que tienes sobre ti mismo? En pocas palabras, dime cuan indulgente contigo mismo eres a veces, cuan orgulloso, cuan arrogante, cuan grosero. Cuéntame cuan emocional te sientes a veces, cuan frustrado, cuan susceptible, cuan impaciente. ¿Qué más no te gusta de ti mismo? Yo ya sé estas cosas, y aún así te amo. Pídeme que te ayude a mejorar, y trabajaré cuidadosamente para transformarte.

No hay nada bueno que no te daré. Nuestro Padre creo el universo y todo lo que está en el. Todo está a mi disposición para hacer como desee, y deseo darte buenos regalos a ti. Cuéntame que quieres. ¡No tienes idea de cuánto anhelo darte lo que es bueno! Hay mucho más que está disponible para ti que lo que tú tienes ahora.

Cuéntame tus planes.
¿Qué metas te has fijado? ¿Qué metas te gustaría fijarte? ¿Qué te gustaría hacer con tu tiempo? Cuéntame de tu trabajo, tus pasatiempos, tus actividades de recreación, tus visitas con familiares y amigos. ¿Cómo te gustaría que te ayude? Yo morí por ti; desde luego que también te ayudaré en otras formas.

¿Con qué otras bendiciones especiales quieres que te honre? ¿De qué otras situaciones te gustaría que te dé entendimiento? ¿Cuál de los dones de mi Espíritu necesitas para vivir una vida Cristiana más exitosa? Pídemelos, porque añoro compartirlos contigo—y compartirlos abundantemente.

Cuéntame qué problemas quieres que te ayude a resolver, cuáles quieres que te ayude a sobrellevar mientras esperas la resolución. Pídeme que te ayude a aumentar tu confianza en los planes de nuestro Padre para estos problemas. El te ama, yo te amo, mi Espíritu Santo te ama, y nosotros, como uno, queremos lo que es mejor para ti.

Tus lágrimas me han conmovido. Cuéntame qué te hace llorar. Apóyate en mis hombros y deja que tus lágrimas fluyan. Yo absorberé tu dolor, y tus lágrimas llegarán a ser como gotas en el océano. Dime cuánto me necesitas para aliviar tu dolor. Yo ya llevé tu dolor en mi cruz; permíteme sanarte ahora.

¿Y las alegrías de tu vida?
¿Cuéntame qué te ha hecho feliz, qué te ha consolado, qué te ha ayudado? Quiero agradecerle a nuestro Padre por estas alegrías. ¿Qué regalo inesperado te ha deleitado? ¿Qué temor ha sido disipado? Nombra lo bueno que te ha pasado, y nos regocijaremos juntos. ¿Y el amor que te he dado a través de tus padres, a través de tu esposo, a través de tus amigos? ¿Y el regalo de tus hijos, tus nietos? ¿Y la comida en tu mesa, el techo sobre tu cabeza, el dinero en tu cuenta del banco? ¿Y los incidentes graciosos que te hicieron reír? Yo me reí contigo. Nos regocijamos juntos sobre todo esto.

Finalmente, mi precioso amigo, añoro oír tus promesas.
¿Deseas superar los pecados en tu vida? ¿Estás dispuesto a renunciar a tu amor a los tesoros mundanos para poner toda tu atención en mí? ¿Prometes poner a un lado los programas de televisión, libros, revistas, videos, y música que contienen ideas e imágenes que no son puras, no son santas, no son encantadoras, no son amorosas, no son beneficiosas para tu relación conmigo? ¿Estás dispuesto a retirarte de las amistades que constantemente te derriban o dañan espiritualmente? ¿Y estás dispuesto a reconciliarte con la gente a quien Nuestro Padre uno vez te unió pero con quién te has dividido?

Tomaré tus promesas, las aseguraré con mi amor, e intercederé con Nuestro Padre por las gracias que necesitas para poder satisfacer estas promesas. Mi Espíritu te otorgará el poder, y juntos-siempre juntos-miraremos tu vida transformarse. ¡Tú estás llegando a ser un regalo para el reino del cielo, más hermoso de lo que ya eres!
Ahora déjame llenarte.
Te lleno con mi amor. Te lleno con mi perdón. Te lleno con mi generosidad. Te lleno con mis regalos. Te lleno con mi fuerza.

Yo toco tus ojos. Mírate como tú realmente eres-como yo te miro. Mírame en la gente alrededor de ti. Mira las necesidades de la gente a que te llamo a servir.

Yo toco tus oídos. Oye mi voz. Oye mis expresiones de amor y gratitud por la persona que tú eres y las cosas que haces para complacerme. Oye las súplicas de la gente que te llamo a servir.

Yo toco tu boca. Habla mis palabras. Reprime todo lo que no es cariñoso, lo que es poco amable y lo que es profano. Proclama el reino de Dios de la manera que te llamo a servirlo.

Yo toco tu corazón. Tu corazón pedregoso es substituido por mi corazón sagrado y puro. Yo sano el dolor de heridas viejas y nuevas, y te doy el dolor que siento en mi corazón, causado por los pecados y las heridas de otros, y con esto te llamo a amar a los pecadores incondicionalmente.

Yo toco tus manos. Extiéndete y sana a otros conmigo. Dales mi abrazo. Frota sus hombros para darles mi ánimo, y dales palmadas en sus espaldas para darles mi afirmación.

Yo toco tus pies. Anda a dondequiera que nuestro Padre te envíe. Yo estaré contigo siempre. Yo camino contigo. Mi Espíritu te dirige, manteniéndote en el sendero correcto. Ten la certeza, no cometerás errores duraderos, no te perderás por largo tiempo, porque estoy caminando contigo. Tengo todo en mi control. No temas nada, mi maravilloso y muy querido amigo. No temas nada, porque mi amor por ti es siempre apasionado y victorioso.

¡YO TE AMO!