¿Cómo bendices tú al Señor?






¡Cielos! 
 
Porque nosotros amamos a Jesús, queremos complacerlo. No queremos ser "improductivos" (inútiles y estériles) como los sirvientes que describe en la lectura del Evangelio de hoy. ¿Cuán productivo eres en la misión que Él te ha dado - el llamado a continuar su misión aquí en la tierra en las circunstancias de tu propia vida?


¿Por qué no es suficiente para Jesús cuando hacemos "todo lo que Él nos ha ordenado"?  para ser útiles plenamente, tenemos que hacer más que nuestra tarea, más de lo que se espera de nosotros - como lo hizo Jesús. Tenemos que hacer más que los requisitos mínimos en la parroquia, en la casa, en el lugar de trabajo, y en la comunidad del mundo.

La mediocridad no es el sello de la verdadera vida Cristiana. De hecho, me atrevería a decir que la mediocridad es un pecado, porque nosotros deberíamos siempre (¡siempre siempre!) darle a Dios nuestros mejores esfuerzos.

En el salmo responsorial de hoy, prometemos bendecir al Señor en todo momento. ¿Qué significa esto? ¿Cómo bendecimos al Señor; diciendo, "Yo te bendigo, Dios"? como si EL necesitara nuestra bendición. Ver-r-r-dad.
Nosotros bendecimos a Dios yendo la milla extra por Él. ¿Cómo podemos ser una bendición para Él si nos quedamos en la mediocridad en vez de sobresalir y hacer el mejor esfuerzo que podamos con cada cosa que nos ha dado? Él ya ha hecho la milla extra por nosotros; ¡oh cómo le hacemos doler cuando nosotros ni siquiera tratamos de hacer lo mismo por Él!

Considera, por ejemplo, cuánto colocamos en la canasta de la parroquia. ¿Estamos obedeciendo lo mínimo que requiere la escritura aquí (10% de todos los ingresos) o aunque sea cerca de eso? Un par de dólares no bendicen al Señor a menos que nuestro ingreso haya sido menos de 20 dólares esa semana.

¿Vamos a misa sólo como una póliza de seguro para protegernos de un castigo y del infierno?  Eso no es bendecir al Señor. ¿Tenemos un matrimonio que no está sacramentalizado por la Iglesia porque no queremos hacer el esfuerzo de hacer lo que haya que hacer para recibir el Sacramento? Eso no es bendecir al Señor.


En los ministerios de las parroquias, ¿estamos haciendo sólo lo que debe  ser hecho, ignorando las necesidades de quienes no encajan bien dentro de nuestras políticas y procedimientos? ¿Los proyectos y eventos de nuestra parroquia son hechos sin espíritu de evangelización? Si es así, solo estamos haciendo nuestro deber - y Jesús dice que somos inútiles.

¡Cielos!

El Decreto para el Apostolado de los Laicos (Concilio Vaticano II) dice:"... al miembro [de la Iglesia] que no haga su propia contribución al desarrollo de la Iglesia deberá decírsele que no es útil ni para la Iglesia ni para sí mismo (párrafo 2).

¡Cielos de nuevo!

Ser una bendición para el Señor significa que estamos tan emocionados por lo que Él ha hecho por nosotros que nos sentimos que nunca será suficiente lo que hagamos por Él. Este sentimiento de santa frustración nos motiva a servirle más allá de nuestra obligación. Esta insatisfacción divina es lo que nos transforma de sirvientes inútiles a amigos de Jesús que alcanzan su máximo potencial terrenal. 

Como servidores útiles, queremos hacer una diferencia en este mundo por el reino de Dios. Queremos servir en su reino hasta nuestro último suspiro e ¡incluso después de morir! Y así, en el cielo, continuaremos el ministerio del amor que comenzamos en la tierra  (Qué, ¿pensaste que "descansar en paz" significaba flotar alrededor de una nube sin nada que hacer? ¡Qué aburrido!)


Reflexiones de las Buenas Nuevas
Martes de la 32da. Semana del Tiempo Ordinario
Noviembre 12, 2013
En memorial de San Josafat



Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2013 por Terry A. Modica
 
Las Bendiciónes

Bendíganse en todo momento,
al despedirse, al acostarse, al saludarse...

Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios  te  bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga.     Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.     "Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).

"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)
Lecturas de hoy:  
Sabiduría 2:23--3:9
Salmo 34:2-3,16-19
Lucas 17:7-10