Debe haber una razón porqué nueve de diez leprosos sanados nunca volvieron a Jesús a agradecerle, en el Evangelio de hoy. Quizás estaban muy ocupados contándoles a sus familias y amigos acerca del milagro que ellos habían recibido. Quizás estaban muy ocupados tratando de convencer a sus familias y amigos que ellos realmente habían sido sanados y que ya podían estar cerca de ellos. Quizás estaban preocupados consiguiendo trabajos para mantenerse a sí mismos, ya que ellos no podían vivir más en la colonia de los leprosos.
Todas son razones buenas y válidas.
¿Qué fue lo diferente con el leproso Samaritano, el que regresó? ¿Por qué él dejo todo atrás para mostrar su agradecimiento?
Cuando experimentamos un milagro -cualquier clase de sanación, una petición concedida, o un regalo que hemos estado esperando de Dios - ¿qué hacemos? ¿Nos ocupamos disfrutando y usando el regalo? Eso glorifica a Dios, ya que un regalo no tiene sentido si lo ponemos en un armario a juntar polvo.
Por ejemplo, si recibimos el trabajo por el que hemos estado pidiendo y luego hacemos lo mejor que podemos en el trabajo, estamos glorificando a Dios. Si Dios nos trae en una nueva relación, glorificamos a Dios construyendo esa relación de la mejor manera posible. Si somos emocional o físicamente sanados y luego usamos nuestra libertad para hacer un trabajo o un ministerio que ayuda a otros, estamos glorificando a Dios.
Pero eso no es lo mismo que volver a Jesús con un corazón lleno de una humilde gratitud. No es lo mismo que postrarnos a los pies de Jesús.
Lo que hizo el ex-leproso Samaritano fue sacar tiempo para rezar, alabar y bendecir. No fue sólo su cuerpo el que fue sanado. Su fe en Jesús salvó su alma, porque entendió la importancia de pasar tiempo a solas con Jesús en agradecimiento.
Dios está haciendo un milagro en tu vida hoy. No importa qué tan malas parezcan las cosas o qué tan difícil estén las circunstancias ahora mismo, Él está haciendo buenas obras para ti. Sin embargo, para notar esto, tienes que detener lo que estás haciendo y tomarte el tiempo para alabarlo y bendecirlo. Agradecerle por ser tan bueno contigo. Agradecerle por lo que está haciendo que tú aún no puedes ver.
Y quedarse allí con tu cara a sus pies suficiente tiempo para descubrir lo que ES bueno, qué milagros están pasando, qué regalos te está dando Dios.
Oh y luego quédate allí un poco más - lo suficiente para agradecerle. Él te dirá, "levántate y ve; tu fe, ha sido tu salvación."
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Miércoles de la 32da. Semana del Tiempo Ordinario
Noviembre 13, 2013
En memoria de Santa Francisca Javier Cabrini
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva,http://www.gnm.org/ReflexionesDiarias/index2.html?Wed.htm
© 2013 por Terry A. Modica
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