"El Señor es mi luz y mi salvación - ¿a quién temeré?"
¿Quién te intimida? ¿El rechazo de quién estás tratando de evitar? Pero no nos detengamos en el "quien" del asunto. ¿A qué le tienes miedo ahora mismo? ¿A qué desilusión le tienes miedo? ¿Qué te está preocupando? ¿Qué te está robando tu alegría y parece sin esperanza?
Cuando "miramos fijamente el amor del Señor" - cuando nos tomamos tiempo para meditar en el amor de Dios por nosotros y su increíble poder y sus promesas - nos damos cuenta que no hay ninguna razón para tener miedo.
Nos damos cuenta que: Dios es tan maravilloso, tan cariñoso, tan bueno, tan poderoso y tan preocupado por cada una de mis necesidades, por cada uno de mis deseos, y cada una de mis peticiones.
Cuando tenemos miedo, estamos ciegos a lo maravilloso del Señor, y como los dos hombres en el pasaje del evangelio de hoy, necesitamos ser sanados.
La fe es lo que nos sana - la fe que identifica a Jesús como el Señor, fe que aprecia el gran amor del Señor, fe que sabe que Dios sacará algo bueno de cada problema no importa que tan mal parezca.
Esta es la fe que nos da el poder para creer que vamos realmente a "ver la generosidad del Señor en la tierra de los vivos," y esta fe cura nuestros miedos.
Esta es la fe que está dispuesta a "esperar al Señor con coraje" porque sabemos que Dios nos está mirando y así experimentamos el coraje aún durante las pruebas más duras.
El miedo no es de Dios. No pertenece a una vida cristiana. Ni tampoco la preocupación, porque la preocupación es el miedo que sentimos cuando estamos tratando de confiar en Dios y dudamos de que Él se preocupe lo suficiente como para hacer la diferencia.
Confiar en Dios mientras superamos esta duda convierte la preocupación en dedicación. En vez de ansiedad tenemos esperanza. Nos ocupamos de la situación y estamos listos para resolver el problema según el Señor nos dirija.
Aquellos que están ciegos por el miedo, son los que no miran fijamente la hermosura del Señor. Él no es la razón para su esperanza, y así tienen razones válidas para vivir en el miedo. Aquellos de nosotros que sabemos mejor, no obstante, porque hemos visto al Señor hacer mucho bien, tenemos razones válidas para vivir en la esperanza a pesar de toda evidencia visible que muestre lo contrario.
La esperanza produce valor. ¿Tienes tú este valor? ¿Qué tan visible es? Tu valor es otra manera de dar a luz a Jesús.
El coraje se desvanece cuando nos distraemos por nuestras pruebas y problemas, enfocándonos en la evidencia del desastre en vez de las razones para tener esperanza, quitando los ojos de lo que es puro, y santo y amoroso y sagrado.
El coraje crece cuando recordamos mantener nuestros ojos en Jesús.