"Toda la multitud venía a Él, y Él les enseñaba." (Marcos 2, 13b)
Santa María, Madre de Dios, ayúdanos a aprender de Cristo
Ven y sígueme!! Es el llamado que Jesús nos hace. Es el llamado que Cristo me hizo hace unos años.
Como Saúl en el relato del Antiguo Testamento, que buscando unas asnas de su padre, encontró a Samuel, quien lo ungió como gobernante de su pueblo, por órdenes del Señor, también yo buscando sanación encontré a Jesús quien me sanó y me eligió como su seguidora.
Ven y sígueme!! Muchos podemos esperar escuchar éstas palabras en boca de alguien concreto. Tendemos a ver la palabra de Dios con nuestros propios ojos y esperamos hechos y palabras concretas.
Recuerdo que al confesarme, después de muchos años de no hacerlo, yo esperaba algo grandioso, esperaba palabras especiales. Y el sacerdote me dijo: "Vete y no vuelvas a hacerlo".
¿Cómo?- me pregunté ¿así nomás?
Fuí con otro sacerdote y me confesé. "No vuelvas a decirlo"-me dijo
¿Cómo?-volví a pensar.
Y fuí con otro sacerdote, que me tomó de la mano y mirándome a los ojos me dijo: "Te perdono en el nombre de Jesús" Y entonces, sentí el perdón realmente.
Había encontrado yo a Cristo, que me dijo: "Sígueme" con palabras y mirada dulce; que tocó mi corazón y lo limpió, al igual que mi cuerpo que padeció de depresión y los efectos de ella, durante muchos años.
Y lo seguí.
Como Mateo, dejé mi escritorio de "recaudador de impuestos" y lo seguí.
Como Mateo, podría decir que era una persona exitosa
Como Mateo, también era yo una persona "instruida y leida".
Como Mateo, era también una persona con cierto control sobre otros, dada mi posición laboral.
Como Mateo, era también no aceptada por muchos.
Pero Cristo irrumpió en "mi casa", la transformó, la limpió, invitó a sus discípulos, comió de "mi comida" y bebió de "mi bebida" siendo mal visto y no aceptado por muchos, a causa de ello.
Cristo irrumpió en mi vida, en mi alma y se instaló en ella para no salir.
Cristo corrió mi suerte, sin tener culpa.
Nadie que mire a los ojos a Jesús, que escuche de su boca palabras dulces diciéndote "Te perdono" puede volver a ser el mismo. Nadie que conoce a Cristo puede desear herirlo y desear verlo sufrir.
Cristo ha cumplido en mí lo que nos dice el Salmo de hoy
Salmos 21,2-3.4-5.6-7
2 Has cumplido sus deseos;
no le has negado sus peticiones.
3 Le recibiste con grandes bendiciones
y le pusiste una corona de oro.
4 Te pidió vida, y se la diste:
vida larga y duradera.
5 Gracias a tu ayuda, es grande su poder;
le has dado honor y dignidad.
6 Le has bendecido para siempre;
con tu presencia le llenas de alegría.
7 Tú, oh rey, jamás caerás, pues confías en el Señor;
¡confías en el amor del Altísimo!
Me devolvió mi dignidad de hija de Diios, me salvó la vida, me recibió con grandes bendiciones, me ha llenado de alegría y llenado de confianza en El. Tan sólo por su gran amor hacia mí.
Bendito y alabado por siempre seas, Señor!!!
Esta reflexión es de Laura Aguilar para Puntadas católicas
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