La voluntad de Dios




¿Alguna vez te has preguntado lo que quiso decir Jesús cuando su familia lo llamó desde afuera?.
Marcos menciona "desde afuera". Si ésto no fuera importante, no sería marcado. Cristo señalando a todos los que le rodean, dice que ésos son su madre y sus hermanos, los que hacen la voluntad de Dios.

A mí me hace pensar en mi papel como madre en función de mis hijos.

Para poder entender o aceptar las decisiones de nuestros hijos, debemos "entrar" hasta donde nuestros hijos desean llevarnos.
Debemos intentar acercarnos a su ambiente, a sus amigos, al entorno en que se mueven.
Podemos llegar a concluir, que están equivocados, pero debemos respetar sus decisiones. Yo me pongo a pensar en cuál fué la actitud de María la madre, ante ésa respuesta de su hijo. Y me la imagino callando y guardando en su corazón el dolor que tal vez le produjo, o la inquietud al ver hacia dónde se dirigían los pasos de su hijo. Era madre y las madres conocemos a aquellos que formamos.

Por supuesto que Jesús y María eran hijo y madre excepcionales y se amaban. La palabra de Dios nos dice que Jesús creció en  sabiduría. El era conocedor y respetuoso de la ley de Dios, de la voluntad de Dios. Lo vemos a los doce años en el Sanedrín hablando con los sacerdotes, vemos cómo aún en la cruz, se preocupa y se ocupa de su madre y sus discípulos.
El amor hacia su madre no tiene nada que ver con la respuesta que dió ante su búsqueda. Tiene que ver con el hacer la voluntad de Dios.

María seguramente aceptó calladamente y guardó todo en su corazón. Esto implica que después de la lucha interna y después de seguramente haberlo hablado con su hijo, terminó aceptando su voluntad.
María, a pesar de ser una mujer creyente como se muestra en los pasajes de la Biblia, debió tener dudas, debió intentar en algún momento intervenir al ver hacia dónde iba su hijo. Pero terminó aceptando con su "fiat", tal y como aceptó ante el anuncio del ángel el ser madre del hijo de Dios.

El salmo nos habla de la entrada del Rey de la gloria. La primera lectura, nos habla de David danzando y conduciendo el Arca al recinto que había dispuesto para ella; nos habla de que después repartió pan, carne y pastel de uva a cada uno y posteriormente cada uno se fué a su casa.

Así, la gente que rodeaba a Jesús lo recibió, lo condujo hasta el centro, repartieron y celebraron  y tiempo después, lo dejaron sólo ... en la cruz.

Eso María no lo sabía, pero lo intuía con ése amor que Dios depositó en el corazón de las madres a sus hijos. Ella seguramente sabía cada paso que daba su hijo ; escuchaba las noticias de sus constantes y cada vez más fuertes enfrentamientos con los fariseos y escribas y seguramente fué a buscarlo con el corazón angustiado.

Y sin embargo, calló y aceptó.

Como padres o madres, ¿cuántas veces hemos aceptado las decisiones de nuestros hijos, quienes a pesar de nuestros intentos se empeñan en hacer aquello que nos hace sufrir?
Y no son Jesús, que sabía lo que hacía. Sino que son tercos y aferrados. Como la madre de San Agustín, sólo nos queda finalmente callar, orar y rogar a Dios que los cuide y no los deje de su mano.

Reflexiones de las Buenas Nuevas

Las Bendiciones

Bendíganse en todo momento, al despedirse, al acostarse, al saludarse...
Vale la pena recuperar la bendición en la familia. 
"Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo",
 Que Dios te bendiga mi nieta querida, 
 Que Dios te  bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga. 
Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. 
Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.
 "Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
 "Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)




Lecturas del Día


Samuel (6,12b-15.17-19)
Sal 23,7.8.9.10
Marcos (3,31-35)