Mi mamá tenía una comadre en un rancho, al que íbamos más o menos seguido. Durante el trayecto hacia él, íbamos con el corazón anhelante, disfrutando de cada paso, sabiendo que nos acercaba a ellos. Cuando bájabamos del camión, desde la casa nos veían y salían corriendo a ayudarnos con las bolsas o las maletas, felices de vernos. Nadamás entrando, nos servían un vaso de agua fresca porque sabían que llegaábamos sedientos y acalorizados. Seguramente cuando vas de visita con alguien querido, te sientes así. Sin embargo, tal vez en alguna ocasión has tenido miedo de ir con tus padres a contarle algo malo que has hecho por el miedo a que te golpeen o castiguen. O por no causarle tristeza al saber que no eres lo que esperaban. En ésas ocasiones hemos sido como el hijo pródigo el que sale de su casa a recorrer el mundo, alegremente. Después de un tiempo se da cuenta que está equivocado, pero tal vez el temor al castigo o el orgullo para aceptar su equivocación o el no causarle pena a sus padres, le hacen obstinarse en su error. Hasta que finalmente, regresas con el peso de tus culpas o con el peso de tus sufrimientos... regresas dispuesto a recibir el castigo que mereces y te encuentras con tus padres que te abrazaz porque estabas perdido. No les importa lo que hayas hecho. Se enternece al verte tan maltrecho; te cambia las ropas, te da lo mejor de sus manjares porque sabe que llegas hambriento. Eso es exactamente lo que sucede cuando nos confesamos, cuando nos sentimos tan abatidos y vamos al confesionario, dispuestos a ser regañados o ser castigados y nos encontramos con los brazos abiertos de nuestro Padre, que nos escucha y nos abraza, nos limpia, nos perdona y nos acicala. Después nos da su banquete en forma de ostia consagrada por la pasión y muerte de su Hijo, para que disfrutemos de una Reconciliación plena. Cuando ésto sucede, la Pascua de Resurrección está presente todos los días, en todo momento y no queremos nada más que permanecer junto a El, adorándolo y bendiciéndolo. Dios sale a nuestro encuentro cuando llegamos alegres y acalorizados como cuando íbamos de visita con la comadre de mi mamá y sale a nuestro encuentro cuando llegamos tristes y abatidos por las penas. Las lecturas del día de hoy son realmente la constancia del amor infinito de Dios por nosotros. En ellas no se nos habla de Dios iracundo, de Dios castigador, sino del Padre amoroso que ha estado esperando nuestro retorno a casa, no importando qué tan sucios o andrajosos, estemos. El nos espera y sale a nuestro encuentro en cuanto nos ve a lo lejos. Si te sientes cansado, apesadumbrado, con una gran carga a tus espaldas.... no lo pienses más y corre a casa de tu Padre, El te está esperando y saldrá en cuanto te vea a lo lejos para darte lo mejor de El, lo que tanto tiempo has extrañado. Si estás contento y gozoso, corre a tu Padre que saldrá a tu encuentro para brindarte un vaso de agua refrescante, que calme tu sed.
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12
R/. El Señor es compasivo y misericordioso
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.
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Reflexiones de las Buenas Nuevas
Sábado de la segunda Semana de Cuaresma
22 Marzo 2014
Esta reflexión fue realizada por Laura Aguilar para "Puntadas católicas"@ 2014
Diseño de Reflexiones para el alma
Lecturas del día:
Miqueas 7, 14-15.18-20 Sal 103, 1-4.9-12 (con 8a) Lucas 15, 1-3.11-32 |
11. .Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo
12.Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.
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