Judas es aquel al que amas


Siempre en éste tiempo, cuando escucho "¿Acaso seré yo, Maestro" de labios de Judás, mi cuerpo se estremece y mi alma tiembla.

Es un drama el que cada año se representa, del que se han hecho películas, escrito libros. Pareciera que Jesús fué traicionado por su amigo y todo es historia, sin embargo, éste drama se repite una y otra vez a lo largo de la vida de la Iglesia, de la vida de cada persona.

Siempre me ha parecido estar sentada en ésa mesa, alrededor de Cristo y escuchar sus palabras "Alguien me traicionará" y ponerme triste y pensar en mi interior: "que no sea yo, Señor". Y no porque todos sabemos que Judás se suicidó después de arrepentirse y querer devolver las monedas con que vendió a su Señor, sino porque es horrible traicionar a quien tanto nos ha amado.
Judás sabía que Jesús era buscado para matarlo y sin embargo, lo entregó. No puedo ni imaginar el porqué lo hizo, pero puedo imaginar el dolor de Jesús.

Y es que Jesús sigue vivo, sigue vivo en los que creen en El, en el Espíritu santo con que somos bautizados, sigue vivo en aquellos que amamos. Y sin embargo, hemos sido alguna vez Judás: cuando negamos a Jesús y sus enseñanzas y hacemos lo contrario; cuando le volteamos la espalda a quien necesita de nosotros.

No sé si te ha sucedido como a mí, cuando una persona pasa a tu lado y ves que necesita y te quedas callado y no preguntas en qué puedes ayudarle... y tiempo después te enteras que ha fallecido o que está en malas condiciones.... y tú no hiciste nada.

A mí me sucedió con mi propio padre. Estaba sin casa, con una mujer, con dos hijos. Y no se me ocurrió ofrecerle una habitación en mi propia casa. El partió a otro estado y tres años después lo asesinaron. Al ir a enterrarlo, ví las condiciones en que vivía y nunca lo había visto en un lugar parecido.

Ese dar por sentado que si alguien necesita de nosotros, nos lo va a pedir. Ese dar por sentado que no tenemos nada que ofrecerle a las personas, sobre todo a las que como mi padre siempre se las arreglan para salir adelante. Ese dar por sentado las cosas y no ofrecer ayuda, nos convierte en Judas.

De todo se aprende, y yo aprendí a no dar por sentado que mi granito de arena no sirve de nada. Y lo aprendí de la manera más dolorosa.
Recuerdo la cara con que me miraban las personas del lugar en donde mi padre fué asesinado. En ése tiempo, en ése lugar podíamos vernos mi hermana y yo, como personas "acomodadas" aunque no lo éramos, pero el lugar donde mi padre falleció era en verdad muy muy pobre.
Llegamos a enterrar a nuestro padre en carro, bien vestidas y arregladas según los parámetros de ése sitio.
Desentonábamos completamente entre la gente que juntando entre todos, dieron a nuestro padre un entierro digno. Y fué por ellos que lo asesinaron. Ahora sé que él pudo evitarlo, y no lo hizo por solidaridarse con ésas personas.

Mi padre tuvo muchos amigos a los que ayudó, a los que instruyó y que cuando necesitó no estuvieron a su altura. Algunos con posibilidades económicas, otros con un lugar que brindarle. Todos obtuvieron una ganancia de él. Y cuando los necesitó no estuvo ninguno.

Poco importa si uno se aprovechó y se quedó con el negocio que había iniciado, poco importa si otro se quedó con los conocimientos que le enseñó, poco importa si otro se quedó cerca de su madre, poco importa si otro olvidó la ayuda que le dió con sus consejos para incrementar sus utilidades, poco importa. Lo cierto es que todos finalmente se repartieron sus posesiones o sus conocimientos.

La vida me enseñó lo que mi padre sintió, cuando en mi propia carne lo viví. Un día partí hacia otro estado y pasé por lo mismo que él.

Sus hermanos lo desconocieron siempre, ya que era hijo de otro padre y quedó huérfano de él muy pequeño. Los tíos con los que creció al ser criado por sus abuelitos, lo desconocieron también. Así que siempre buscó el calor de los amigos.... y finalmente lo traicionaron.

Nunca pensamos que nosotros podemos hacer la diferencia en la vida de una persona....hasta que nos pasa en carne propia.

No esperes a que te suceda lo mismo, abre tu corazón.... y tu boca para ayudar a quien lo necesite aunque no lo solicite. No sabes si puedes dar esperanza a alguien o sostén con tus palabras.

Este salmo, podría haberlo entonado mi papá en ése sitio. Ahí él volvió los ojos a Dios y empezó a ir a la iglesia, a reconciliarse con Dios. Murió en paz, estoy segura.
Salmo
Sal 68,8-10.21-22.31.33-34


R/. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre. R/.

Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/..


Reflexiones de las Buenas Nuevas
Miércoles de Semana Santa
Abril 16, 2014
   

Esta reflexión fue  realizada por Laura Aguilar para Puntadas católicas© 2014

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Las Bendiciones

"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).

Bendíganse en todo momento, al despedirse, al acostarse, al saludarse...

Juntos, como familia, celebremos los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)   

Lecturas del Día:  
Isaías 50, 4-9
Salmo 69, 8-10, 21-22.31.33-34
Mateo 26, 14-25



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