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Jesús nos enseñó cómo cumplir con nuestro llamado a la santidad para que pudiéramos recibir todo el amor de Dios y compartirlo con los demás.
Todas Sus enseñanzas están resumidas en un lugar: El Sermón de la Montaña. Las Bienaventuranzas en el pasaje del Evangelio de hoy son notas introductorias al sermón. Son el bosquejo básico o el trampolín hacia una vida más llena de amor. Las primeras cuatro, tratan de nuestra relación con Dios; las últimas cuatro tienen que ver con nuestras relaciones con los demás.
#1 (versículo 3): Somos "pobres de espíritu" cuando dependemos de Dios (el reino del cielo) en lugar de seguridades materiales (el reino del mundo). Nos enriquecemos con Su fidelidad, misericordia y amor.
#2 (versículo 4): "Sufrimos" o nos sentimos tristes cuando nos damos cuenta que nos quedamos sin la Gloria de Dios por confiar en los caminos del mundo en lugar de confiar en los caminos de Dios. Él nos conforta y sostiene en nuestros esfuerzos por despegarnos del mundo y parecernos más a Él.
#3 (versículo 5): Somos "mansos" o "humildes" cuando nos sometemos a la voluntad del Padre. Heredar la tierra significa que somos los hijos de Dios y que pertenecemos a Su reino con todos sus beneficios.
#4 (versículo 6): Tenemos "hambre y sed de justicia" cuando deseamos vivir éticamente o poner fin a las injusticias que vemos. El hambre será satisfecha porque Dios nos ayuda a lograr la rectitud. La segunda parte de las Bienaventuranzas es una lista de los frutos que produce el crecimiento espiritual que logramos con la primera mitad.
#5 (versículo 7): Cuando somos pobres de espíritu y nos apoyamos o confiamos en la misericordia de Dios (versículo 3), ganamos en madurez spiritual para ser misericordiosos hacia los demás, lo que resulta en la bendición de recibir más de la misericordia de Dios.
#6 (versículo 8): Nuestros pecados dañan a los demás, y cuando nos duele el daño que hemos hecho (versículo 4) deseamos ser "puros" o "limpios" en nuestros corazones, lo que nos conduce a una mayor santidad, y entonces vemos a Dios trabajar a través nuestro para ayudar a los demás.
#7 (versículo 9): Al ser mansos (versículo 5), nos convertimos en pacificadores, porque nos sometemos a la voluntad del Padre, manejamos conflictos de la forma en que Jesús lo hizo, ponemos límites contra el pecado de otros sin ser rencorosos o tomar represalias.
#8 (versículos 10-12): Nos parecemos a Cristo cuando vivimos como Él vivió (versículo 6), y por esta razón los demás nos persiguen. No quieren aprender de nuestro ejemplo de santidad, por lo tanto nos insultan y tratan de detenernos. Esto es una enorme bendición, porque nos permiten saber que realmente esta
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Lunes de la 10° Semana del Tiempo Ordinario
Junio 9, 2014 |
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