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Las lecturas del Evangelio de hoy, nos hablan del demonio y de la vida en que puede sumirnos cuando Cristo no está presente en nuestras vidas.
En el Evangelio, vemos a Cristo sacar de dos hombres unos demonios.
Escribir la palabra "demonio" para mí es realmente un triunfo.
Esa sóla palabra, me llenaba de temor.
Ahora puedo escribirla porque sé que Cristo ha vencido. Y que El es capaz de exorcizarlos.
Al igual que los endemoniados de los que habla el Evangelio, Jesús exorcizó de mi alma a un demonio.. Un miedo que me paralizaba, un miedo que me impidió vivir por años.
Los muertos me esclavizaban, les tenía pánico. No podía dormir sóla, no podía estar sóla en ningún lado, sentía que me tocaban, que me jalaban, etc. etc.
Cuando empecé el camino desde abajo, desde la tumba hacia la vida, el camino se me hizo muy largo.... tan largo como habían sido los años con la puerta cerrada a Cristo.
Puedo compararlo como un salto de un trampolín de 10 metros que realicé a los 10 años, donde al caer al agua, se llega hasta el fondo y de ahí se debe uno impulsar hacia arriba. Yo me quedé sin aire y un socorrista me sacó de la alberca.
Yo me lancé a la alberca, a pesar del miedo a la altura.... porque yo sabía que había un socorrista listo a ayudarme. Eso es la confianza en Cristo.
En ése entonces, mi relación con El era firme.
Con el paso del tiempo, me fuí alejando cada vez más. Ese vivir sin Cristo, es como la subida al trampolín, hacia lo alto, hacia el triunfo, hacia las "metas" y llega un momento en que descubres que no hay nada. Y debe uno lanzarse hacia la alberca..... o bajarse por la escalera..
Y si intentas lanzarte a la alberca, descubres que la muerte es lo único que te espera.... porque Cristo está lejos de tí. Y si intentas bajar por las escaleras, descubres que la muerte es lo único que te espera, porque Cristo está lejos de tí.
Cristo exorcizó al demonio del miedo que vivía agazapado en mi corazón y que a medida que me alejaba de El, tomaba fuerzas como la tempestad de que hablaba el Evangelio de ayer.... mientras Cristo duerme en la misma barca. Ese ignorar a Jesús, ése olvidarme de El, ése querer hacer las cosas sin tomarlo en cuenta, hace que el demonio tome fuerzas y se sienta fuerte.
Que Dios nos ayude a exorcizar éstos demonios de nuestras almas.
Eso sólo la Gracia de Dios puedo hacerlo ,si dejamos a Cristo actuar en nosotros.
Cuando sientas que crece dentro de tí, no tienes mas que gritar fuerte: te amo, Jesús. Auxilio!
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Reflexiones de las Buenas Nuevas
Lunes de la 12° Semana del Tiempo Ordinario
Junio 23, 2014
© 2014 por Terry A. Modica |
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Lecturas de hoy:
Amos 5, 14-15.21-24
Salmo 50, 7-13.16-17
Mateo 8, 28-34
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