![Resultado de imagen para Oración de agradecimiento](https://www.oblatos.com/wp-content/uploads/2013/03/Oraci%C3%B3n-de-agradecimiento.jpg)
Recuerda este mensaje de María, Reina de la Paz: “Mi querido hijo: ora para que tu vida esté llena de una gozosa acción de gracias que brote desde tu corazón, como un río de alegría. Da incesantemente gracias a Dios por todo lo que posees, por cada pequeño don que Dios te concede. De esa forma, la bendición gozosa de Dios descenderá siempre sobre tu vida”.
Gracias, Dios mío. No quiero olvidar tus beneficios. Quisiera que mi interior se llenara de gratitud para cantarte. Gracias, Señor, ante todo por la vida. Gracias por todos los días de mi existencia. Gracias por las personas que me amaron y que fueron amables conmigo alguna vez. Gracias porque me has alimentado, me has acompañado, me has ofrecido tu consuelo y tu amistad. Gracias porque soy tu hijo. Gracias porque puedo hacer el bien, porque siempre puedo volver a empezar. Gracias por el aire que respiro, por la música, por la tierra, por los árboles, por las calles. Gracias a ti, mi Señor amado, porque todo lo bueno viene de ti. Amén. (P. Víctor Fernández).
San Pablo exhortaba a los cristianos de Colosas a “vivir dando gracias a Dios”. Ejercítate y verás que te ayuda a vivir la relación con Dios de una forma concreta y existencial, descubriendo con gozo los dones que te regala a cada paso. Es una oración que ensancha el corazón y descansa la mente.
Acostúmbrate a practicarla.
* Enviado por el P. Natalio
![Resultado de imagen para gifs de barras y separadores](https://i.pinimg.com/originals/3d/15/30/3d15301a4bf6667069f4f0ca77a7950d.gif)
Siempre que leo el pasaje de Jesús y la adúltera me acuerdo de aquel paciente que iba a un médico con la garganta destrozada de tanto fumar. Era tanto el dolor que sentía que un día se atrevió a sugerir al profesional: “aunque sea quíteme la garganta porque no puedo vivir así”. Y, el médico, le contesto: “no hombre; lo que usted tiene que quitarse es de fumar”.
Ahí quedaría el reto de la mujer adúltera. Mucho le perdonó Jesús (era buen médico y conocedor de su interior). Le faltaba lo más importante: no echar más hollín a su pasado oscuro y comenzar de nuevo. “Ahora vete y no peques más”.
Pidamos al Señor que, a partir de hoy mismo, seamos capaces de admirar a un Jesús que tiene un peculiar estilo de ver y de sentir las cosas: a favor del hombre y lejos de aquello que va contra su dignidad.
Pidamos al Señor que aprendamos la siguiente lección: la corrección del mal comienza con el perdón y no con el reproche.
Padre Javier Leoz