Enséñame a ser generoso



La generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños.
 Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.
Señor, enséñame a ser generoso,
a dar sin calcular,
a devolver bien por mal,
a servir sin esperar recompensa,
a acercarme al que menos me agrada,
a hacer el bien al que nada puede retribuirme,
a amar siempre gratuitamente,
a trabajar sin preocuparme del reposo.
Y, al no tener otra cosa que dar, a donarme en todo y cada vez más a aquel que necesita de mí esperando sólo de ti la recompensa.
O mejor: esperando que tú mismo seas mi recompensa.
Amén.
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás, encuentra su madurez y plenitud.

Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás.
Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.

* Enviado por el P. Natalio

Imagen relacionada
"Señor Jesús que has ofrecido en la cruz tu vida por mí porque me amas.

 Me has amado hasta el final, incluso hasta la muerte.
Tú has abierto tu corazón para que yo pueda refugiar en él mi ansiedad, mi desgarramiento, mis sentimientos de culpa.

Te doy gracias por tu amor crucificado que me deja en libertad y me permite vivir.
Te suplico me concedas que yo acoja de tal manera tu amor en mí, que se derrame a través de mí a las personas con las que cada día tengo contacto.
Permíteme ser permeable a tu amor y experimentar en él el fundamento de mi existencia.
Amén."

(Ansel Grun)

Imagen relacionada