En el silencio, Dios nos habla



De vez en cuando y por un lapso de toda una mañana o de una tarde entera, sumérgete en baños de soledad y silencio. Es una disciplina excelente que fortalecerá tu espíritu y te ayudará a encontrarte con tu ser más profundo y verdadero. No le temas a la soledad. Aprende a amarla.

Callar de sí mismo, es humildad.
Callar los defectos ajenos, es caridad.
Callar las palabras inútiles, es penitencia.
Callar a tiempo, es prudencia.
Callar en el dolor, es heroísmo.

Si practicas estas máximas, serás feliz y harás felices a los demás.

Tampoco le temas al silencio.
El silencio vitalizará tu mente y tu sistema nervioso, y dotará de solidez y fuerza expresiva a tus palabras.
No es que la relación social sea mala, ni indeseable la comunicación hablada, pero a veces nos enredamos demasiado en la palabrería del mundo.
Regálate tiempos de soledad y silencio.

* Enviado por el P. Natalio

Palabras del Papa Juan Pablo II en el Angelus del 11 julio 2004

"...En este oasis de tranquilidad, ante el maravilloso espectáculo de la naturaleza, se experimenta fácilmente lo provechoso que es el silencio, un bien que hoy es cada vez más raro. Las numerosas oportunidades de relación y de información que ofrece la sociedad moderna corren el riesgo en ocasiones de quitar espacio al recogimiento, hasta hacer que las personas sean incapaces de reflexionar y rezar. En realidad, sólo en el silencio el hombre logra escuchar en lo íntimo de la conciencia la voz de Dios, que verdaderamente le hace libre. Y las vacaciones pueden ayudar a redescubrir y cultivar esta indispensable dimensión interior de la existencia humana.

María santísima es modelo perfecto de escucha de Dios, que habla al corazón humano. ...."