La cortesía, fruto de santidad


“Urbanidad y buenos modales abren puertas principales”, dice un refrán español.

La convivencia humana se hace más fácil y agradable si, además de la sinceridad y sencillez del trato, procuramos no molestar con modales o expresiones que hieren la sensibilidad de los demás. Un talante afable, sereno, respetuoso es bien recibido por todos.

Secretos en reunión
Dos familias amigas estaban comiendo en un restaurante, cuando una niñita de unos seis años se levantó para decir algo al oído de su madre.

El papá, un poco disgustado, le dijo a la niña:
—Hija, ten siempre presente que secretos en reunión, son de mala educación.

Enseguida, ella respondió muy decididamente:
—Pero, papá, secretos en la infancia, no tienen importancia.

Muy sorprendido el padre le preguntó:
 —¿Quién te enseñó eso?—Nadie. Sólo es defensa personal.

Los santos han visto  la cortesía como el perfume y la crema de la caridad.

La presentan como un efecto del verdadero amor por los demás. Resulta a veces que ciertas expresiones ordinarias, ciertos modos descomedidos ofenden tanto como injurias.
Que el respeto al prójimo sea tu norma.

* Enviado por el P. Natalio



Decía José Luis Martín Descalzo:

  • De la vehemencia y el entusiasmo, deben surgir la paz y la serenidad.
  • Del optimismo, la esperanza.
  • De la risa fácil y de la alegría ruidosa, el apacible y agudo sentido del humor.
  • De la capacidad de asimilación ha de nacer la riqueza interior.
  • El ímpetu y el vigor deben producir la paciencia y la dulzura.
  • La búsqueda inquieta de la felicidad, ha de concluir en el aprecio y la armonía con todo lo que nos rodea.
  • De la fe en los demás, hemos de llegar a la indulgencia y la comprensión de todos.
  • De la alegría de vivir ,hay que sacar el gozo de haber vivido.
  • De la necesidad de amar y ser amado, tiene que surgir la derrota de todos los egoísmos y un amor, al fin, plenamente desprendido.