Quieres que tu oración vuele hacia Dios?
Hazle dos alas: ¡ayuno y limosna!
San Agustín (354-430)
Padre y Doctor de la Gracia
Leemos, en el Evangelio de San Lucas, que “Jesús avanzó en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres” (2:52). Jesús como Dios, era la sabiduría infinita del Padre y no podía, por tanto, avanzar en sabiduría.
Era eterno y no podía avanzar en edad.
Él era la fuente y el dador de la gracia, por lo que no podía avanzar en este sentido.
Sin embargo, como hombre, Jesús deseaba que el desarrollo externo de todas sus facultades se correspondiera con su avance en la edad.
Él deseaba desplegar Su sabiduría y santidad, de manera gradual.
Lo hizo para dar ejemplo.
La vida del cristiano debe ser un avance gradual hacia Dios, hacia la sabiduría y la santidad.
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48).
Todo verdadero cristiano aspira a progresar constantemente hacia la perfección.
Los imperfectos, deben corregir sus faltas y dominar sus malas inclinaciones.
Los tibios, deben procurar ser más fervorosos en la oración y en las buenas obras.
Los que son buenos, deben tratar de ser mejores.
Los que son santos, deben ir aumentando en santidad (Cf Ap 22,11).
Es imposible quedarse quieto en la vida.
Esto es cierto, ya sea que hablemos del orden natural o sobrenatural de la vida.
La vida es movimiento y actividad; no puede haber cesación.
En el orden natural, la vida comienza en el útero y pasa por las diversas etapas de la infancia, la adolescencia, la madurez y la vejez.
La vida sobrenatural comienza en el Bautismo, madura en la Confirmación y se santifica enteramente en la unión eucarística con Jesús
Pero, si esta vida comienza a fallar, el resultado puede ser la ruina eterna.
Es verdad que en su infinita bondad, Jesús ha provisto el Sacramento de la Penitencia a los que caen y apagan en sí mismos la vida sobrenatural de la gracia.
El Sacramento de la Penitencia, ha sido instituido para su salvación.
En la hora de la muerte, además, el Sacramento de la Extremaunción cura el alma del pecado y alivia el cuerpo fatigado con un rayo refrescante de vida espiritual.
Pero ¡ay de aquellos que abusan de los dones de Dios!
Si alguien rechaza repetidamente Sus favores y parece, en lugar de avanzar en la bondad, retroceder hacia la ruina, ¡se sumergirá en la languidez de la muerte espiritual!
Como Jesús, debemos avanzar en el bien ante los hombres, así como ante Dios.
Nuestro comportamiento exterior debe ser el espejo cándido de nuestra santidad interior.
La apariencia externa de cortesía, buenas maneras y santidad, no debe ser mera ostentación.
Debe ser expresión vital de la bondad interior que, naturalmente, tiende a manifestarse exteriormente, para que todos “ vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos ” (Mt 5,16).
Si no es más que una ostentación, Jesús dirá que “ han recibido su recompensa ” (cf Mt 6,1.5).
Si es pura hipocresía, Jesús alejará de sí a los culpables porque son “ como sepulcros blanqueados ” (cf Mt 23,27).
Por tanto, hagamos de Jesús nuestro modelo constante.
Que nuestro comportamiento exterior refleje siempre nuestra bondad y santidad interior.
Antonio Cardenal Bacci
Es motivo de verdadero dolor cuando Dios nos ha dado fuerzas
para romper cadenas más fuertes, las de la vanidad y el pecado,
que descuidamos nuestro propio progreso y la consecución de tan grandes bendiciones
porque no nos desligamos de las pequeñeces.
No solo no avanzamos, retrocedemos.
Porque es bien sabido, que en el camino espiritual,
No solo no avanzamos, retrocedemos.
Porque es bien sabido, que en el camino espiritual,
no seguir venciendo a uno mismo,
es retroceder y no aumentar nuestra ganancia, ¡es perder!
San Juan de la Cruz (1542-1591)
Doctor de la Iglesia
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
San Juan de la Cruz (1542-1591)
Doctor de la Iglesia
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.