Como ser mensajeros de las buenas nuevas

El pasaje del Evangelio de hoy nos muestra el nacimiento y el nombramiento de Juan Bautista. Al final de Adviento, la Iglesia nos da a Juan Bautista como un recordatorio de que Jesús es la razón de la temporada, pero también porque Juan es un ejemplo de quienes somos.
Nosotros no somos la fuente de nuestra propia felicidad, pero si llevamos la alegría del Señor dentro de nosotros. Tal como Juan, nosotros somos, como dice la primera lectura, mensajeros. Nosotros traemos Las Buenas Nuevas al mundo acerca del Salvador. ¿Pero, que también hacemos esto?
Como creyentes de Cristo -como recibidores de su poder salvador, su bondad, y su alegría-tenemos la extremadamente importante responsabilidad de ser mensajeros de Las Buenas Nuevas. Durante la temporada de Adviento de este año, yo he estado diciendo que somos llamados a dar a luz a Jesús. Somos llamados a dar a luz a Jesús en las vidas de los demás dando buenos ejemplos de lo que significa creer en Cristo. Somos llamados a ser las manos, los pies y la voz de Jesús para que el pueda cambiar el mundo por medio de nosotros.
Esto no es una opción. Es el último mandamiento que Jesús dio antes de ascender al cielo. Es parte de nuestro compromiso para seguir a Cristo, y el no cumplirlo tiene consecuencias eternas.
¿Parece muy difícil ser un mensajero de Las Buenas Nuevas? Pues no lo es -no lo es, si tenemos una buena vida de oración y continuamos esforzándonos en nuestro crecimiento espiritual.
Solo parece difícil cuando nos olvidamos de que nosotros no somos el Salvador. Nosotros no podemos rescatar a las personas de sus pecados y su oscuridad; ese es el papel del Salvador. Dios no nos dio la capacidad de traer de nuevo a la iglesia a católicos perdidos e inactivos; sólo el Buen Pastor puede hacer eso. Nosotros no fuimos creados con el poder de curar al enfermo, de poner en libertad a los adictos de la esclavitud de lo que los droga, o darles la vista y el entendimiento a los que están ciegos a las enseñanzas de la Iglesia; éstos son regalos que sólo el Hijo de Dios puede proporcionar.
Somos mensajeros de las buenas nuevas de que Jesús puede hacer todo esto por los que lo buscan. Y el mensaje más fuerte y más efectivo que tenemos es el ejemplo de nuestras vidas. El mundo de hoy necesita cristianos que demuestran por medio de su comportamiento que seguir a Cristo nos da esperanza durante las preocupaciones, consuelo durante las dificultades, y victoria en el mal.
Las palabras no son suficientes para convencer a las personas de que ellos deben venir a la iglesia para adorar a Jesús y recibirlo en la Eucaristía. Si nosotros no exudamos fe con esperanza y amor incondicional, entonces el catolicismo, con todas sus reglas y enseñanzas, parece ser una carga en vez de una bendición. Si nuestra adoración no expresa nuestra alegría de estar en la presencia de Cristo, y si recibir la Eucaristía no hace una diferencia en nuestras vidas, entonces asistir a Misa no es muy atrayente.
Pero cuando los demás ven que tenemos alegría de saber que Jesús nos ama, la fe en él llega a ser muy atrayente.
Nosotros les damos a las personas el conocimiento de salvación y perdón de sus pecados solamente si el vencer nuestros propios pecados nos brinda paz y alegría. Esta es la mejor prueba de la tierna misericordia de nuestro Dios.Ellos necesitan ver que la fe en Cristo guía nuestros pies hacia el camino de la alegría en vez de a un viaje continuo de la misma oscura miseria de siempre
¡Que esta Navidad, nuestras vidas proclamen "Alegría para el mundo! ¡Que ya ha nacido el Rey"!
Reflexión de Las Buenas Nuevas Viernes de la Cuarta Semana de Adviento 23 de diciembre, 2011
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org , registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2011. Para obtener permiso para reenviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2011 por Terry A. Modica