Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo

LE DESEAMOS MUCHAS BENDICIONES PARA ESTE 2012
  


Pan de vida





  

Bendiciones para ti en el 2012 

En cada Misa, nosotros escuchamos que el sacerdote dice las palabras de Juan Bautista que son citadas en el pasaje del Evangelio de hoy: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". ¿Este es qué? ¿Una hostia de pan? El sacerdote no nos está mostrando algo que es visible a nuestros ojos. ¡"Este es" significa "Mira con la visión de la fe y ve a Jesús! ¡Él está aquí! ¡Acéptalo! ¡Venéralo! ¡Recíbelo"!
A lo que contestamos con la humildad del Centurión en Lucas 7:6: " Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme".
Con esta sanación, somos liberados de nuestros pecados veniales, gracias al Rito Penitencial al principio de la Misa, si estamos sinceramente arrepentidos. Con esta sanación, recibimos a Jesús en toda su humanidad y su divinidad. Con esta sanación, nosotros podemos salir de la iglesia reformados y renovados en semejanza a Jesús. Llegamos a ser tabernáculos de su Verdadera Presencia.
¿Es la Misa este tipo de experiencia para ti?    
Pon atención completa en lo que transcurre en la Misa - en todas partes de la Misa.
Jesús se hace presente desde la canción de la comunidad que inicia la Misa.
Jesús está presente en el Rito Penitencial, escuchando la sinceridad y el conocimiento genuino de nuestra maldad. 

Jesús está presente en la Liturgia de la Palabra; en la Palabra leída y la Palabra predicada, la Palabra abierta como pan para alimentar nuestro desarrollo espiritual (y cuando la homilía está pobre o ausente, el Espíritu Santo nos predica privadamente; incluso los pensamientos que nos desvían son a menudo una acción de Dios). Jesús está presente también en todas las oraciones de la Misa. 

Como Juan Bautista, podemos decir: "Yo no lo conocía". Es decir: "Yo sólo vi pan y vino, pero el Espíritu Santo revelo a mí la presencia de mi amado Salvador" o "fui pecador y no me di cuenta del daño que había hecho, pero el Espíritu Santo expuso suavemente mis pecados y me ayudo a vencerlos" o "fui herido y no supe cómo ser sanado, pero el Espíritu Santo me dirigió a los recursos correctos, a el consejero correcto, a el médico correcto". 

La primera lectura de hoy dice que somos hijos de Dios ahora; sin embargo, lo que seremos después de morir en Cristo todavía no ha sido revelado. No lo sabremos ni lo entenderemos ni lo experimentaremos hasta que muramos, y después "seremos como él". Nosotros sólo somos parcialmente como él ahora, porque nosotros lo entendemos sólo parcialmente. Después de la muerte, "nosotros lo veremos como él es completamente", y entonces querremos ser como él completamente; por lo que querremos purgar de nosotros cualquier manera en la que NO somos como él (que es el proceso llamado purgatorio). 

Durante la Liturgia de la Eucaristía, cuando el pan deja de ser pan y llega a ser el Cuerpo de Jesús, y el vino llega a ser su Sangre, el tiempo desaparece y somos unidos a nuestro Señor quien vive en la eternidad. Por medio de la Eucaristía, experimentamos un sabor del cielo. Llegamos a ser como Jesús, y permanecemos como él después de la Misa en las maneras que nosotros lo imitamos.
Reflexión de Las Buenas Nuevas
Martes de Navidad
3 de enero, 2012
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org , registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para reenviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2012 por Terry A. Modica


Reflexiones para el Alma               Efesios 6, 11 - 13
11.
Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo.

12.
Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.

13.
Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.


Lecturas del día:
 
I Juan 2:29-3:6
Salmo 98:1, 3-6
Juan 1:29-34