Una oración que revela lo que está oculto




En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús dice, "no hay nada oculto que no deba ser revelado. ..." Podemos hacer una oración de esta escritura para las personas que conocemos que se dejan envolver en engaños y otros peligros ocultos. 
Aquí está un ejemplo de cómo funciona esto. Cuándo nuestra hija era una estudiante colegial, ella planeaba cambiarse a un apartamento con una joven que tenía problemas emocionales y quien había sido su mejor amiga en la escuela secundaria. Sabiendo que hay una diferencia inmensa entre ocasionalmente dormir en casa de alguien y vivir juntas, mi marido y yo estábamos preocupados por lo que sucedería si ella llegaba a estar expuesta a esta amiga diariamente. Nuestra hija no pensaba que los problemas de su amiga eran muy malos, así que le pedimos a Jesús que revelara cualquier cosa que estaba oculta. Pedimos que él diera la luz de la verdad en la situación para que ella pudiera ver las señales de alerta antes de que fuera demasiado tarde.
Poco después, la verdad salió a la luz. Nuestra hija descubrió que su amiga le había estado mintiendo durante mucho tiempo. Después otros hechos perturbadores comenzaron a surgir lo que hizo que ya no le gustara la idea de vivir con su amiga.
A veces esta oración revela la verdad casi inmediatamente, o puede tomar muchos meses si la persona que necesita ver la verdad prefiere permanecer en las ilusiones de la mentira. Pero siempre lo que es ocultado a oscuras llega a ser visible. 
Jesús también dice en esta escritura: "No tengan miedo de nada sino de aquel que los puede enviar al infierno". (Gehena era un valle justo fuera de Jerusalén donde se hacían sacrificios humanos y donde la basura era quemada; su horror y el hedor inspiraron la descripción del infierno que nosotros todavía utilizamos hoy).
Jesús agrega que nosotros no tenemos nada que temer, porque Dios se preocupa por nosotros. Él nos quiere mucho más a ti y a mí que él a los gorriones que él alimenta. ¡Él nos quiere hasta tal punto de que él sabe cuántos cabellos tenemos - y él se preocupa por cada uno de nuestros cabellos, aun las canas y los que se nos caen!
Por querernos tanto, Dios quiere que sepamos la verdad. Si nosotros no comprendemos una ley de la Iglesia o una enseñanza, podemos pedir al Espíritu Santo que nos lo explique, y por supuesto que él lo hará -fíjate como se desenvuelve gradualmente.
 Si no podemos comprender por qué algo doloroso nos está sucediendo, nosotros le podemos preguntar el Espíritu Santo acerca de ello, y obtendremos una nueva sabiduría cuando nos tranquilicemos. Si estamos inciertos acerca del valor de una relación particular, o si nos preguntamos si hay algún peligro ocultado, nosotros le podemos pedir a Cristo que revele su luz, y él lo hará.
Y aun así, si nosotros no queremos conocer la verdad, nosotros no la veremos. Jesús nos dijo que estuviéramos en la guardia contra tal hipocresía. ¡Confía en Dios! El nunca descuidará tu necesidad de la verdad. 
Reflexión de Las Buenas Nuevas 
Viernes de la Vigésima Octava Semana del Tiempo Ordinario 
19 de octubre, 2012
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva,http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2012 por Terry A. Modica

Año de la Fé
  1. «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.
  2. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).
  3. Año de la fe. Comenzará el 11 de oct de 2012, terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de nov de 2013. En la fecha del 11 de octubre de 2012.
  4. En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31).
  5. Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia.
                     BENEDICTUS PP. XVI (convocatoria al año de la fe)

Lecturas del Día: 
 
Efesios 1:11-14
Salmo 33:1-2, 4-5, 12-13
Lucas 12:1-7