La autoridad de Cristo es superior a todo

La autoridad

Muchas escrituras hablan de la autoridad de Jesús. La primera lectura nos indica que Dios el Padre sujetó todas las cosas a Jesús. El cita las palabras del Salmo Responsorial de hoy. Y la lectura del Evangelio nos muestra que la autoridad de Cristo es tan poderosa, que el demonio tuvo que partir del hombre quisiera o no.

¿Crees que la razón por la qué el mal se mantiene en este mundo - y en tú vida - es porque Dios no tiene la suficiente autoridad en la tierra para deshacerse completamente de él? ¿Quizás Satanás está encargado de este mundo y Dios sólo tiene la autoridad total en el cielo? En nuestros problemas diarios, mientras las dificultades continúan inexorablemente a pesar de nuestras súplicas por ayuda divina, parecería que la voluntad de Dios está siendo dominado por el diablo o por la libre voluntad de las personas que están causando las dificultades.

Pero la autoridad de Cristo es superior a todo.
Es la autoridad suprema y la autoridad final.
Como le dijo a Pilatos, nadie tiene ningún autoridad excepto lo que es permitido por Dios. El peor enemigo que nuestro mundo tiene hoy,obtiene su autoridad de Dios. Admito, es mal utilizada, pero Dios tiene el poder de retener el aliento de la vida de él en cualquier momento y así acabarlo. ¡Él pudo haber azotado a Pilato con un relámpago - con poco hubiera dejado callados a todos los que gritaban "Crucifícalo"! Pero un plan ocultado y aún más grande hubiera sido desviado.


La autoridad de Cristo no depende de la conversión de nadie. Date cuenta de que las personas en esta historia del Evangelio preguntaron, ¿"Qué significa esto"? - Una señal segura de que ellos todavía no creían que él era el Mesías. Y el demonio ciertamente no se convirtió en un ángel bueno sin embargo él (demonio) obedeció.

Hay muchos ejemplos de la autoridad de Jesús hoy. Nosotros lo vemos cuando un bebé es bautizado: Incapaz de conocer a Dios personalmente, el niño sin embargo es impactado por la autoridad divina mientras Jesús limpia al niño del Pecado Original y el Padre adopta al niño y el Espíritu Santo llena a esta persona pequeñita con regalos divinos.

Cada petición de ayuda que hacemos es afectada por Dios -cada petición- con la misma fuerza del poder y la autoridad. Sin embargo cuando oramos, asumimos que tenemos que rogar a Jesús que responda. Nosotros nos enfadamos con las personas que parecen estar impidiendo las respuestas a nuestras oraciones. Nos preocupamos de que el Señor no vencerá al mal que nos acosa. ¡Qué manera la nuestra de orar tan débil y sin fe!

En vez de decirle a Jesús que clase de ayuda necesitamos, logramos mucho más si oramos EN su autoridad. Eso significa que permitimos que EL decida cómo y cuándo y por medio de quien nuestras oraciones deben ser contestadas.

La oración no cambia a Dios (¡gracias a Dios por eso!, porque si no empeoraríamos seguramente nuestros líos). La oración verdadera nos cambia para que nuestra voluntad llegue a estar alineada a su voluntad y comenzamos a cooperar con su plan ocultado y que es mucho mejor que el nuestro.

Reflexión de Las Buenas Nuevas
Martes de la Primera Semana del Tiempo Ordinario
15 de enero, 2013

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva
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© 2013 por Terry A. Modica


La gran autoridad de Cristo

Las Bendiciones
"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
al despedirse, al acostarse, al saludarse...

Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te bendiga Yerno
Bendiciony mi Esposo adorado, que Dios te bendiga.
Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).

"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)