Nuestro enfoque está en el cielo






Nuestro enfoque está en el cielo

San Esteban fue el primero que murió por Cristo.  Su historia en la primera lectura de hoy sucedió en Jerusalén alrededor del año 35 DC.  El era probablemente un Griego hablando judío, y como miembro entusiasmado de la nueva "Manera" (como fue llamada la cristiandad en ese tiempo), él fue elegido por los apóstoles para ser uno de los primeros diáconos.  El predicaba la verdad acerca de Jesús tan valientemente que le costó su vida.

Su valor de proceder en su misión vino de permanecer enfocado en el cielo y en su amado Salvador. Obviamente, él venció su deseo natural de protegerse de la ira de los NO creyentes.  Su enfoque en el cielo también le permitió amar a sus enemigos.  A pesar del dolor intenso de ser apedreado, él oró, "Señor perdónalos," que impresionó a un Fariseo y perseguidor entusiasta llamado Saulo.
No mucho tiempo después, Saulo tuvo una experiencia poderosa de conversión y llegó a ser San Pablo.  Como resultado de la valentía de Esteban, Pablo viajó extensamente a través del mundo para establecer muchas iglesias.  ¿Cuándo ven los demás TU valentía para vivir y compartir tu fe?  Tú probablemente estás bajo estimando lo mucho que ha alcanzado tu testimonio.

Las reliquias de San Esteban fueron descubiertas en el año 415 por un sacerdote de nombre Luciano. El sacerdote fue despertado una noche por la aparición de un hombre vestido de blanco.  La visión lo llamó por su nombre y le pidió que fuera a Jerusalén y le dijera al obispo que abriera su tumba y las tumbas de varios sirvientes de Dios. Por medio de esto, la aparición dijo, Dios dirigiría a muchos a la conversión.

Identificándose como Gamaliel, "el que instruyó a Pablo," él Ángel dijo a Luciano que el cuerpo de San Esteban sería encontrado fuera de la ciudad más allá de la puerta norte. Su cuerpo había sido dejado expuesto un día y una noche, dijo él, sin ser tocado, y después los fieles se lo habían llevado secretamente de noche a su casa en el campo.  Los cuerpos de Nicodemus y otros de los primeros creyentes serían encontrados también.

Luciano temió que la visión fuera falsa y si lo daba a conocer iba a ser ridiculizado y sería perseguido.  El oró que si este mensaje había venido de Dios que fuera repetido.  De modo que Gamaliel apareció ante él una vez más.  Aun así Luciano siguió dudando, hasta que un tercer mensaje viniera.  Finalmente, él obedeció.  El encontró tres ataúdes.  Los grabados griegos los identificaron como Esteban, Nicodemus, y Abibas. Las noticias del descubrimiento atrajeron a muchas personas, incluyendo al obispo.  Cuándo abrieron el ataúd de Esteban, un perfume dulce llenó el aire.  Muchos milagros y conversiones ocurrieron allí.

Siempre que temamos ser ridiculizados y ser perseguidos, debemos avanzar, perdonar, y orar, como hizo Jesús en la cruz (Salmo responsorial de hoy): "En tus manos, Señor, yo encomiendo mi espíritu".  Después no importa más lo que los demás nos hagan ni lo que piensen de nosotros. Nuestro enfoque está en el cielo.
Reflexión de las Buenas Nuevas
Martes de la Tercera Semana de Pascua
16 de abril, 2013
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2013 por Terry A. Modica

Reflexiones para el Alma.
Las Bendiciones
"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
Bendíganse en todo momento,
al despedirse, al acostarse, al saludarse...
Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga.

Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)
Lecturas del Día:
Hechos 7:51-8:1a
Salmo 31:3cd-4, 6-8ª, 17, 21ab
Juan 6:30-35