Levantando los velos que nos enceguecen



¿Está tu confianza en Dios vacilando de alguna manera? ¿Por alguna razón? ¿Por algunas oraciones no escuchadas? No es porque quieres dudar de Dios. Hay algo en el camino, un velo (como San Pablo lo llama en la primera lectura de hoy). Si este velo fuera levantado, tu dirías "¡AJA! Por supuesto (*golpeándote la frente*) Puedo tener total confianza en que Dios está trazando un plan, un buen plan. ¡Ja!"

Si identificamos los velos que usamos, podemos liberarnos de ellos, porque el Espíritu Santo nos enseña qué necesitamos saber. Algunos velos llevan tiempo ser quitados - es un proceso que puede requerir sanación interior, consejería, conversarlo con un director espiritual, o esperar que el tiempo revele más detalles. Pero algunos velos se remueven tan pronto como elegimos dejar de limitarnos por nuestros propios conocimientos y comenzamos a confiar en el Espíritu Santo.

Cuando yo era joven, pasé siete años creyendo las mentiras de lo oculto. Había estado buscando la realidad sobrenatural de Dios, y creí que la había encontrado en los fenómenos psíquicos, pero esto me condujo más y más lejos de Él, hasta que perdí completamente el interés en la fe. Después que Jesús levantó mis velos, el Espíritu Santo me enseñó las verdades en las que anteriormente me negaba a creer.

Otro velo es el temor. FEAR es "False Evidence Appearing Real"*. Pregúntate a ti mismo "¿Qué mensaje me está dando el temor?" Luego pregunta: "¿Y cuál es la verdad que el Espíritu Santo me está diciendo?" Esto generalmente levanta el velo inmediatamente.

La ira es un velo también. Generalmente comienza con una herida que alguien más nos ha causado; se levanta cuando elegimos perdonar, sea que la persona que pecó contra nosotros muestre remordimiento o no. Mientras estamos enojados, perdemos de vista la bondad - el Jesús - que mora dentro de esa persona. Jesús describe las consecuencias eternas de esto en Mt 5, 20-26. Si morimos con alguna relación no reconciliada, deberemos ser purgados de esa falta de perdón antes de poder experimentar la plenitud del amor de Dios en el cielo, es decir, pasaremos por el purgatorio, hasta que hayamos "pagado el último centavo."

La rebeldía y la insistencia en hacer las cosas a MI manera son velos que interfieren con "ser transformados de Gloria en Gloria en la imagen de Cristo." Elegir qué enseñanzas de la Iglesia me sirven para vivir y cuáles rechazar es esa clase de velo.

Otro velo es el egoísmo, que nos frena de experimentar la impresionante gloria de estar en las manos y pies de Cristo en este mundo, mediante el amor y el servicio a los demás. Y las adicciones nos ponen un velo sobre los motivos por los que necesitamos ser sanados. Las dependencias nos ocultan la imaginablemente hermosa e íntima presencia de Jesús. El materialismo nos vela la paz que brota del vivir de manera simple. La ansiedad y la preocupación nos impiden descubrir cuánto Dios realmente se preocupa por nosotros.
Y así seguimos. ¿Qué velos estás usando hoy?

Reflexión de la Buena Nueva
Jueves de la 10ma. Semana del Tiempo Ordinario
 Junio 13, 2013
 En memoria de San Antonio de Padua
                     
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2012 por Terry A. Módica



LAS BENDICIONES
 
"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).

Bendíganse en todo momento,
al despedirse, al acostarse, al saludarse...
Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te  bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga. 

Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16
  Lecturas del día:

2 Cor 3, 15 - 4, 1.3-6
Sal 85, 9-14
Mt 5, 20-26