El punto que Jesús destaca en la lectura del Evangelio de hoy está resumido en la línea: "pero la sabiduría ha quedado justificada por sus obras".
Mientras tratamos de dar a luz a Jesús en el mundo de hoy, sirviendo como evangelizadores, compartiendo a Jesús con otros, con frecuencia necesitamos aprobación. Hay muchas personas que no nos quieren o rechazan nuestra sabiduría porque malinterpretan la fe que tenemos. Sin embargo, si ellos prestaran atención y observaran astutamente, verían la prueba de que nosotros somos inteligentes al tener esta fe. La prueba está en las buenas obras que hacemos. Está en nuestro comportamiento similar al de Cristo. Está en nuestras habilidades, algunas veces sobrenaturales, para soportar las dificultades sin vernos derrotados.
Nuestras buenas obras y nuestras acciones de amor revelan la presencia de Dios en nosotros, y estas son las únicas justificaciones que necesitamos. Porque, sin nuestro Padre amoroso morando en nosotros, sin Cristo redimiéndonos y sin El Espíritu Santo capacitándonos, seríamos unos arrogantes que causarían más caos y confusión que unos niños luchando por toda la plaza, burlándose unos de otros sobre flautas y cantos fúnebres. (Sé que eso sería yo, si Dios no fuera la fuente y el centro de mi vida.) Seríamos tan fácilmente engañados por las realidades que nos enfrentan, como las personas que pensaban que Juan el Bautista estaba endemoniado y que Jesús era un cerdo para la fiesta.
En Juan 8:12, Jesús dice, "Yo soy la luz del mundo. Quien me siga no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida". ( Salmo Responsorial de hoy ) Esto explica por qué tenemos sabiduría en vez de confusión. "Aquellos que te siguen Señor, tienen la luz de la vida."
Nuestros trabajos producen maravillosos frutos, y nos fortalecemos durante las pruebas en vez de marchitarnos y secarnos como la paja que fácilmente se vuela por las adversidades. Esa es la mejor prueba de nuestra Fe en el mundo de que Dios es real y que Jesús es verdaderamente nuestro Salvador. La próxima vez que seas mal interpretado y te sientas tentado a defender tu fe y explicar tus motivos, cierra la boca y deja que tus obras Divinas hablen. No obstante, esto no es fácil, porque queremos reivindicación inmediata.
Necesitamos recordarnos a nosotros mismos que Dios nos defiende mucho mejor de lo que nosotros podríamos, y lo hace realizando Sus obras a través nuestro, que, con frecuencia, es el único lenguaje que los incrédulos entienden. Algunas personas eventualmente se convertirán por esto. Otros permanecerán ciegos a la verdad por su terca resistencia. La reivindicación de Dios puede tomar mucho tiempo antes de que dé frutos que podamos disfrutar. Sin embargo, sin importar lo que le pase a aquellos que objetan nuestro Cristianismo, nuestra fe crecerá.
Mientras más tratemos de probar nuestra fe por cómo la vivimos, más pura se volverá.