En la primera lectura de hoy, se nos dice que la unción que recibimos de Dios durante nuestro bautismo, permanece en nosotros para siempre, y por lo tanto "no necesitas a nadie que te enseñe." Está bien, ¿literalmente? ¿Por mi unción, cualquier cosa que yo siento que es correcto, es correcto, y cualquier cosa que yo pienso que es la verdad es verdad?
No exactamente, Juan estaba hablando sobre tramposos. Muchas voces en nuestro mundo nos están diciendo que ellos tienen un mejor entendimiento de la verdad que la Iglesia. Estamos bombardeados con influencias de todas direcciones, cuando las personas tratan de convencerse a ellas mismas que su inmoralidad en realidad está bien, tratando de convencernos a nosotros que estemos de acuerdo con ellas. El relativismo moral es una filosofía generalizada que nos hace vulnerables a estos engaños.
Algunas veces somos engañadores accidentalmente, pensando que estamos enseñando la verdad cuando en realidad estamos difundiendo un concepto erróneo, porque estamos mal informados y no hemos querido investigar sobre el tema.
Entonces ¿cómo podemos darnos cuenta de qué creer y qué descartar? ¿Cómo podemos estar seguros que tenemos el conocimiento correcto?
Dios ha provisto para esto dándonos los sacramentos de la unción a través de la iglesia (El Bautizo, la Confirmación, Órdenes Sagradas, Unción de los Enfermos) y el don de discernimiento del Espíritu Santo. Estamos capacitados para reconocer la verdad por el único maestro perfecto de la verdad, El Espíritu de la Verdad, que vive en nosotros y habla a nuestros espíritus.
El problema es que con frecuencia, no queremos oír la verdad completamente y entonces no estamos totalmente en contacto con el don del Espíritu de la Verdad. Cuando una interpretación humana de la verdad, llama nuestra atención, Dios nos notifica su aprobación o desaprobación, pero recibimos su guía únicamente cuando estemos dispuestos humildemente a aceptarlo.
La verdad es la sustancia más dura del universo. No puede ser cambiada, aun cuando tratamos de rediseñarla. Dios nunca cambia y por lo tanto la verdad nunca cambia, ya que Dios y la verdad son uno. Pero aquellos que no quieren creer esta verdad sobre la verdad, dicen cosas como, "cada quien con lo suyo" o "vive y deja vivir" y "si a vos te parece bien, está bien."
Cuando escuchas o dices una mentira, ¿qué está haciendo el Espíritu de la verdad? ¿Por qué cuando alguien dice falsedades siente que tiene que trabajar arduamente para convencer a otros que lo que dice es cierto? La respuesta es porque el Espíritu Santo está contradiciendo la mentira, y cada persona siente esto muy profundamente en su interior. ¡La unción de Dios está trabajando!
La primera lectura de hoy habla primeramente sobre la verdad de quién es Jesús, porque Él enseña toda la verdad y todas las enseñanzas verdaderas nos muestran cómo permanecer unidos a Él.
Si acogemos la verdad acerca de quién es Jesús, vivimos en esa verdad y Jesús nace en el mundo a través de nuestro comportamiento. Cuando Él venga por nosotros al momento de nuestra muerte, tendremos vida eterna. Sin embargo, todo el daño que hayamos causado viviendo en forma contraria a la verdad, debe ser purgado y expiado antes de que entremos plenamente en la gloria del cielo. Todos los conceptos erróneos y las mentiras serán arrancados, porque estaremos cara a cara con el Señor que es el Camino, la Verdad y la Vida.
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Jueves de la Semana de Navidad
Enero 2, 2014
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2014. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor @2014 por Terry A. Módica
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