En cada Misa, escuchamos al ministro celebrante, decir las palabras de Juan el Bautista que se mencionaron en el Evangelio de hoy: "Miren, este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo". ¿Miren qué? ¿Una oblea de pan? El sacerdote no nos está mostrando algo que sea visible a nuestros ojos. "Miren" significa "¡miren con los ojos de la fe y vean a Jesús! ¡Él está aquí! ¡Acéptenlo! ¡Adórenlo! ¡Recíbanlo!"
A lo cual nosotros respondemos con la humildad del centurión en Lucas 7:6 "Señor, Yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme."
Con esta sanación, estamos libres de nuestros pecados gracias al Rito Penitencial al comienzo de la misa, si estamos realmente arrepentidos. Con esta sanación, recibimos a Jesús en toda su humanidad y su divinidad. Con esta sanación, podemos dejar la iglesia transformados y renovados en la imagen de Jesús. Nos convertimos en tabernáculos de su verdadera Presencia.
¿Es la misa una experiencia como ésta para ti? Esto requiere poner toda la atención en lo que está sucediendo en la Misa - en todas las partes de la Misa.
Jesús está presente en la canción de la comunidad al inicio de la Misa.
Jesús está presente en el Rito Penitencial, escuchando la sinceridad y genuino arrepentimiento de nuestros pecados.
Jesús está presente en la Liturgia de la Palabra: la Palabra leída y la Palabra predicada, la Palabra partida como el pan para alimentar nuestro crecimiento espiritual (y cuando la homilía es pobre o ausente, el Espíritu Santo nos predica privadamente, nuestros pensamientos errantes son, con frecuencia, una acción de Dios). Jesús está también presente en todas las oraciones de la Misa.
Como Juan el Bautista, podemos decir: "yo no lo conocía" (v.31). En otras palabras: "Yo sólo veía el pan y el vino, pero el Espíritu Santo me reveló la presencia de mi amado Salvador" o "yo era pecador y no me di cuenta del daño que había hecho, pero el Espíritu Santo gentilmente me mostró mis pecados y me ayudó a vencerlos" o "Estaba herido y no sabía cómo ser sanado, pero el Espíritu Santo me dirigió a las fuentes correctas, al consejero indicado, al doctor indicado."
La primera lectura de hoy dice que nosotros ya somos los hijos de Dios, sin embargo, lo que seremos después de morir en Cristo, todavía no se nos ha revelado. No lo sabremos, o entenderemos o experimentaremos hasta que muramos y entonces "seremos como Él". Nosotros ahora, somos en parte como Él, porque sólo lo entendemos parcialmente ahora. Después de la muerte, "lo veremos tal como es" totalmente, y luego querremos ser como Él totalmente; y con mucho gusto seremos purgados de cualquier aspecto en el que no seamos como Él (que es el proceso que llamamos purgatorio)
Durante la liturgia de la Eucaristía, cuando el pan deja de ser pan y se convierte en el Cuerpo de Jesús y el vino se convierte en su Sangre, el tiempo desaparece y estamos unidos a nuestro Señor que vive en la eternidad. A través de la Eucaristía, experimentamos un poco del cielo. Nos parecemos a Jesús y permanecemos como Él después de la Misa, en aquellas situaciones en que lo imitemos.
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Viernes de la Semana de Navidad
Enero 3, 2014
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2013. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2013 por Terry A. Módica
Gracias a Reflexiones para el ama por enviarlo
https://www.facebook.com/reflexionesparaelalma?fref=ts