A través de los ojos de Jesús



"Cuando Jesús desembarcó y vio la gran multitud, Su corazón se compadeció por ellos." (Marcos 6,34)

Querido Amigo,
Probablemente has visto mi lema en la vida: "Mantén tus ojos en Jesús, y cuando mires a otros, velos a través de Sus ojos."

Para mí es un recordatorio para vivir conscientemente, con mis ojos abiertos para ver lo que Dios está haciendo, lo que Dios me está mostrando y enseñándome, y lo que está sucediendo, más allá de lo que es visible en mi mundo, las evidencias circunstanciales que podrían apartarme y hacerme desconfiar de la palabra de Dios y Sus métodos, o alejarme de las personas qie me desagradan, aunque Jesús dice "Ama a tu enemigo" (Mateo 5, 43-45).

Todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Pero ¿cómo podemos ver lo bueno en los demás, especialmente en aquellos que causan problemas (¿y no son todos en algún momento u otro?) cuando no podemos ver la bondad – la imagen de Dios mismo – en ellos? Y ¿cómo podemos verlos a través de los ojos de Jesús, cuando no podemos ver a Dios trabajando activamente como nuestro Señor bueno, amoroso y protector?

Primero debemos despertar a la realidad de quién es verdaderamente Dios. Esto no sucede naturalmente. Naturalmente tendemos a poner límites a Dios, imaginándolo menos poderoso y menos atento y menos involucrado de lo que realmente es, porque tenemos cerebros limitados con percepciones de la realidad limitadas.

Por lo tanto, necesitamos aprender a vivir nuestra fe Cristiana conscientemente. En otras palabras, necesitamos creer con toda nuestra mente y alma y corazón, que las promesas de Dios en su Palabra en las escrituras son verdaderas y que la fe expresada en los cantos de adoración son lecciones en verdad.

Cuando somos bautizados, recibimos en herencia la misma naturaleza de Dios. ¡Eso incluye los ojos de Cristo así podemos ver lo que Él ve! Y cuanto más abiertos estamos a eso – es decir, cuanto más conscientemente vivimos en la fe de Cristo – más clara se torna nuestra visión: vemos la verdad tal cual es, vemos a las personas como realmente son, vemos cómo es Dios realmente y cuán maravillosamente perfecto es Su amor radical por nosotros, y vemos que nuestras oraciones son contestadas de una manera mejor que la que habíamos imaginado. Vemos todo lo que Jesús quiere que veamos, en el momento que Él sabe que es bueno y útil y que producirá amor en nosotros.

Esto es lo que significa vivir conscientemente. Para desarrollar una fe totalmente viva, primero debemos entender cómo hemos vivido medio (y en algunos casos, totalmente) dormidos.

Vivir conscientemente significa que no vivimos más en piloto-automático, reaccionando a las circunstancias de la vida sin primero orar acerca de ellas.

Vivir conscientemente significa que dejamos de hacer suposiciones, que hacemos pausas suficientemente prolongadas para analizar las conclusiones a las que saltamos y abriéndonos a una nueva perspectiva que Jesús quiere darnos.

Vivir conscientemente significa que reconocemos cuando estamos respondiendo al temor, lo que el temor nos está diciendo, y que le pedimos al Espíritu Santo que nos diga la verdad que contradice ese mensaje que nos da el temor.

Vivir conscientemente significa que prestamos atención a lo que nos hace vulnerables a la tentación, pidiéndole al Espíritu Santo que nos ayude a ver el daño causado por el pecado, para que podamos empezar a detestar al pecado como Jesús lo detesta, así capacitándonos para vivir por la gracia y crecer en santidad.

Vivir conscientemente significa descubrir la raíz que causa nuestras heridas, porque, cuando nuestros corazones y sentimientos heridos son dejados sin sanar, muy bien podemos reaccionar a los ataques y tentaciones de maneras no saludables y pecaminosas

Esto frecuentemente requiere que vayamos a buscar la ayuda que necesitamos en consejeros u otras personas que puedan guiarnos con seguridad. Y una vez que cavamos hasta la raíz, llenamos ese pozo con la presencia y amor sanador de Cristo.

¡Despiértanos, oh Señor!

Lecturas del día:

Sábado 8 de Febrero, 2014
1 Reyes 3, 4-13
Sal 119, 9-14
Marcos 6, 30-34