En la primera lectura de hoy, el Rey David es públicamente maldecido por un enemigo furioso, Simeí, pero lo maneja humildemente y con confianza en Dios. David podría haberlo hecho ejecutar por ataque a su autoridad, pero David se pregunta: "¿Qué tal si el Señor está tratando de enseñarme algo?" Reconoce la punzante verdad en las palabras del hombre enojado.
Aunque la acusación de Simeí contra él era falsa - no había matado a la familia de Saúl para tomar el trono - la conciencia de David le recordaba que aun así era culpable de homicidio. Había tenido una aventura con la esposa de uno de sus oficiales, y le había matado para tenerla para sí.
David elije abordar el problema con una postura no a la defensiva. Cree que podía usar el discurso con mala intención de Simeí, para que el Señor lo mantenga humilde y arrepentido, y así David se beneficiaría de la maldición.
¿Cómo reaccionamos cuando alguien se enoja con nosotros? (No estoy hablando de abuso verbal o físico; ese es un problema diferente que necesita alejamiento y justicia). ¿Nos detenemos y le preguntamos al Señor si hay alguna verdad en las acusaciones? ¿O nos defendemos para proteger nuestra imagen y responder con nuestras propias palabras enojadas?
David aceptó la "aflicción" de ser ridiculizado e insultado en lugar de causar daño a su enemigo. En esto, anunció al Mesías. ¿Notaste también, otro pre-anuncio cuando lloró por Israel en el Monte de los Olivos?
Cuando las personas nos acusan o maldicen, también podemos reflejar a Jesús. Y, en lugar de sentirnos dolidos por su ataque contra nosotros, podemos encontrar formas de beneficiarnos. ¿Qué estamos aprendiendo de las experiencias? ¿Cómo estamos fortaleciendo nuestra fe? ¿Cómo está ayudando a nuestra humildad?
En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús rescata a un hombre del ejército de demonios. Cuando estamos bajo ataque y elegimos defendernos y responder, nos exponemos a las armas del campo de batalla de Satanás. Vivimos en maldición. Constantemente debemos lidiar con un ejército de fealdad agotadora y esquemas demoníacos, mantenemos preocupados porque el problema crece y buscamos cómo podemos protegernos de esta acción. Pero cuando nos arrepentimos de esto y buscamos la lección que Dios está tratando de enseñarnos, inmediatamente comenzamos a beneficiarnos. Las maldiciones se tornan en bendiciones, a pesar de las peores intenciones de nuestros enemigos
Tener este acercamiento humilde requiere esfuerzo. Nuestra primera reacción es pelear con el enemigo, pero nuestra alma anhela que Jesús nos libre de la batalla. La única forma en que podemos ponernos bajo Su protección es manejando los ataques a Su manera.
¡Que nuestro todopoderoso Señor nos ayude a ser humildes en nuestras batallas diarias... ~ amén!!!
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Lunes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario
Febrero 3, 2014
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2014. Terry A. Módica
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