Lo mismo le sucedió a Jesús en la lectura del Evangelio de hoy.
La buena noticia es que aún en nuestra tierra natal, donde las personas están más dispuestas a NO creer de los cambios en nosotros, Dios nos da aliados y partidarios.
Toma, por ejemplo, a Santiago, uno de los hermanos mencionados en el pasaje del Evangelio. (Era un hermanastro, según el "Protoevangelio de Santiago" escrito alrededor del año 150 d.c.), Santiago se convirtió en discípulo, e incluso escribió una carta que fue aceptada más tarde en el canon del Nuevo Testamento. En los comienzos de la Iglesia, era el jefe de una comunidad Judeocristiana en Jerusalén, y San Pablo lo reconocía como uno de los "pilares" (Gal 2, 9).
Y, por supuesto, la madre de Jesús era otra verdadera creyente de la familia.
Dios tiene un Santiago y una María para cada uno de nosotros en nuestras familias o amigos de nuestra ciudad natal. Durante las acusaciones falsas, ridículas, y rechazos, necesitamos también pasar tiempo con estas personas. Pueden identificar nuestros dones y nuestro llamado de Dios, y recordarnos las bondades verdaderas sobre nosotros, no para enorgullecernos, sino para levantarnos y renovarnos, para darnos ánimo y sacar lo mejor de nosotros.
Cuando nos confrontamos con personas que nos rechazan, a imitación de Cristo, deberíamos marcharnos de allí, prontamente. Jesús no trató repetidamente de cambiar sus mentes. No insistió para que lo escucharan. Tampoco se quedó allí para que lo lastimaran. Llegaría el día cuando dejaría a esas personas que lo clavaran a la cruz, pero no este día.
No nos gusta sentirnos rechazados. Queremos que nuestras creencias sean estimadas y convalidadas. También queremos que otros confíen en nuestra sabiduría por su propio bien. No obstante, si no tienen oídos para escuchar, estamos solamente perdiendo nuestro tiempo. Dios no ha terminado de prepararlos para aceptar la verdad.
Irse no necesariamente significa, salir de sus vidas. A veces sí significa eso, pero cuando estamos cansados con el escéptico o trabajamos con no creyentes, o estamos de alguna otra forma obligados a quedarnos, el irnos se convierte en una actitud santa. En lugar de permitirles controlar nuestras emociones, usamos nuestras vidas, nuestro ejemplo - y no palabras - para probar que tenemos razón.
De todas formas, es sólo la opinión de Dios sobre nosotros la que cuenta verdaderamente. Está bien y no importa si otros te juzgan mal, porque Dios sabe la verdad sobre ti, ¡ y Él está muy satisfecho !
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Miércoles de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario
Febrero 5, 2014
En memoria de Santa Ágata
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html
© 2014 por Terry A. Modica
La buena noticia es que aún en nuestra tierra natal, donde las personas están más dispuestas a NO creer de los cambios en nosotros, Dios nos da aliados y partidarios.
Toma, por ejemplo, a Santiago, uno de los hermanos mencionados en el pasaje del Evangelio. (Era un hermanastro, según el "Protoevangelio de Santiago" escrito alrededor del año 150 d.c.), Santiago se convirtió en discípulo, e incluso escribió una carta que fue aceptada más tarde en el canon del Nuevo Testamento. En los comienzos de la Iglesia, era el jefe de una comunidad Judeocristiana en Jerusalén, y San Pablo lo reconocía como uno de los "pilares" (Gal 2, 9).
Y, por supuesto, la madre de Jesús era otra verdadera creyente de la familia.
Dios tiene un Santiago y una María para cada uno de nosotros en nuestras familias o amigos de nuestra ciudad natal. Durante las acusaciones falsas, ridículas, y rechazos, necesitamos también pasar tiempo con estas personas. Pueden identificar nuestros dones y nuestro llamado de Dios, y recordarnos las bondades verdaderas sobre nosotros, no para enorgullecernos, sino para levantarnos y renovarnos, para darnos ánimo y sacar lo mejor de nosotros.
Cuando nos confrontamos con personas que nos rechazan, a imitación de Cristo, deberíamos marcharnos de allí, prontamente. Jesús no trató repetidamente de cambiar sus mentes. No insistió para que lo escucharan. Tampoco se quedó allí para que lo lastimaran. Llegaría el día cuando dejaría a esas personas que lo clavaran a la cruz, pero no este día.
No nos gusta sentirnos rechazados. Queremos que nuestras creencias sean estimadas y convalidadas. También queremos que otros confíen en nuestra sabiduría por su propio bien. No obstante, si no tienen oídos para escuchar, estamos solamente perdiendo nuestro tiempo. Dios no ha terminado de prepararlos para aceptar la verdad.
Irse no necesariamente significa, salir de sus vidas. A veces sí significa eso, pero cuando estamos cansados con el escéptico o trabajamos con no creyentes, o estamos de alguna otra forma obligados a quedarnos, el irnos se convierte en una actitud santa. En lugar de permitirles controlar nuestras emociones, usamos nuestras vidas, nuestro ejemplo - y no palabras - para probar que tenemos razón.
De todas formas, es sólo la opinión de Dios sobre nosotros la que cuenta verdaderamente. Está bien y no importa si otros te juzgan mal, porque Dios sabe la verdad sobre ti, ¡ y Él está muy satisfecho !
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Miércoles de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario
Febrero 5, 2014
En memoria de Santa Ágata
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html
© 2014 por Terry A. Modica
Las Bendiciones
Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición"
(1 Pe 3,9).
Bendíganse en todo momento...
Al despedirse, al acostarse, al saludarse...
"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones"
(Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)
Lecturas del Día:
2 Samuel 24, 2.9-17
Salmo 32, 1-2.5-7
Marcos 6, 1-6
2 Samuel 24, 2.9-17
Salmo 32, 1-2.5-7
Marcos 6, 1-6
Reflexiones para el Alma