El salmo que acompaña a las lecturas de hoy, nos debe llenar de tanta paz a todos aquellos que nos hemos acercado a El, cansados de tanto caminar; agotados de ver nuestros esfuerzos y sudores en vano. Es un salmo que reconforta, que me hace ver el cómo Dios ha permitido que pasaran tantas cosas en mi vida que me hicieron tropezar, caer hasta pensar en que no volvería a levantarme. He comprendido que todo lo malo que ha venido a mi vida, ha sido por desobedecer a Dios. Que siempre que he triunfado, no he sido yo, sino todo aquello que me ha sido enseñado. Es cierto que he pasado por sufrimientos que no han sido mi culpa, como el hecho de que mis padres se separaran, como el hecho de haber nacido en un hogar pobre. Pero también es cierto que muchas penalidades me han sucedido cuando desobedezco lo que se me enseñó. Los fariseos de hoy, le piden a Jesús una prueba de que lo que dice es verdad. El suspira y dice que no tendrán ninguna prueba y se aleja de ellos. Existen muchas personas que "nos ponen a prueba" para hacernos tropezar o porque desean de nosotros algo. Debemos pedir a Dios como nos dice Santiago en la primera lectura, que nos haga pacientes y constantes. Pedirle a Dios con fé, sin desconfiar de El en ningún momento. Pareciera que Dios no nos escucha, que tenemos años pidiendole y no vemos que llegue lo pedido. Entonces recuerdo cuántos años estuvo Dios llamándome y yo no quise o no pude escucharlo, envuelta en el ruido del mundo que me llamaba con voz más fuerte hacia los placeres o los lujos. ¿Cuántas veces acallaba mi conciencia con pequeñas justificaciones? Recuerdo cuántas veces desee ir a la Iglesia a escuchar misa como cuando era niña... y sin embargo, me dejaba convencer por otros de no hacerlo. ¿Cómo pedir entonces algo? Cristo estaba pendiente de lo que yo necesitara, pero yo no le pedía porque no hacía lo que El quería. Por mucho tiempo viví con miedo, con miedo a ser golpeada cuando era niña. A ser abandonada después, y ése miedo me hizo ceder muchas veces ante situaciones que yo sabía no eran correctas. Poco a poco, Dios con su infinita paciencia ha ido fortaleciéndome. Dios no me hace blanco de sus burlas ante los demás, como hace el mundo. Dios no me convierte en el blanco de sus tiranías y de sus caprichos como hace el mundo. Dios no me convierte en el basurero de sus resentimientos y frustraciones como hace el mundo. Dios es un Dios misericordioso, cuando regreso arrepentida. Dios es un Dios justo, porque permite que afronte las consecuencias de mis actos. Dios es un Dios alegre, pero no burlón. Dios es un Dios verdadero y que habla con la verdad, no un cínico. Cada vez que tengamos la tentación de pedir a Dios una prueba de su amor o de su misericordia, que nos haga recordar tantas y tantas equivocaciones que cometemos. Eso nos hará ser humildes seguramente. Y pedirle nos embarque con El y nos aleje. Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Lunes de la Sexta semana del Tiempo OrdinarioFebrero 17, 2014 Esta reflexión fue realizada por Laura Aguilar para Puntads católicas (c) 2014. |
Lecturas de hoy:
Santiago 1, 1-11 Salmo 119, 67-68.71-72.75-77a Marcos 8, 11-13 |