Hoy te digo "sí Señor"




Amanecí pensando en unas personas a las que quiero mucho, que conocí hace algún tiempo cuando eran unos niños. Sólo hasta hoy pude darme cuenta el porqué me han sido siempre tan preciados y sólo hasta hoy entendí que no fuí yo quien los buscó sino ellos a mí.

En las lecturas de hoy, nos dice Jesús que no vino al mundo para abolir la Ley, porque la Ley fué dictada por Dios mismo, sino a perfeccionarla, a llevarla a su perfección. De tal manera que no basta con no matar, sino hay que evitar el hablar mal de otros o "chismorrear" como nos dice el Papa Francisco hoy.

En otra parte del Evangelio, Jesús nos dice que pondrá al hijo contra el padre, a la suegra contra la nuera. Esto era algo duro para mí de entender, porque crecemos con el "debes amar y respetar a tus padres", "no debes juzgarlos". ¿Y entonces a dónde llevo mis sentimientos?

Crecí en una familia como se dice ahora "disfuncional" con padres separados, con problemática familiar compleja. Mis padres al separarse nos dejaron a mi hermana y a mí con mi abuelita quien nos crió como a sus hijos. Ella siempre se esmeró por todos sus hijos, incluyéndonos.

Sin embargo, a pesar de ver sus esfuerzos, a pesar de ver cómo trabajaba por nosotros, dentro de mí existía un resquemor hacia mis padres.

Sólo hasta que conocí de la palabra de Dios y empecé a vivir dentro de una comunidad, empecé a escuchar a Dios entendí lo que me había pasado:
Mis familiares y vecinos, criticaban a mi padre, a mi madre, a mi abuelita por la vida que habían llevado. Eso es muy duro para una niña pequeña, descubrir que aquellos a los que ama, los que le dan seguridad se caen a pedazos delante de sus ojos. O mejor dicho, son derrumbados por personas sin corazón o de mala intención.

Eso no es justo para los hijos de ésas personas, como lo fuí yo.
Tampoco es justo para las personas de quien se chismorrea, porque lo que la gente dice o percibe, no siempre es la realidad, porque la gente no sabe lo que cada uno "carga en el morral" como decía mi suegra.
Y tampoco es justo para las mismas personas "chismosas" porque se crean una imágen de ellas mismas que no corresponde a su realidad, porque con sus "chismorreos" tapan sus propios defectos y no pueden por lo tanto, mejorarlos o cambiarlos.


Cristo no vino a abolir la ley, sino a perfeccionarla. Cristo vino a mostrarnos la manera de dialogar con Dios, de amar al prójimo, no de juzgarlo y menos condenarlo; Cristo vino a mostrarnos la manera en que debemos convivir entre nosotros para hacer la voluntad de Dios como nos dice el salmo de hoy.

Es cierto que debemos "denunciar" a aquellos que no viven conforme la ley de Dios, sobre todo con nuestros seres amados. Debemos enseñarlos a no ser como ellos. Muchas veces Jesús nos dijo que no seamos como los escribas y fariseos. Eso es lo que debemos decir a nuestros hijos sobre las personas que no hacen la voluntad de Dios para que se alejen de ellas.

Si usáramos el tiempo que gastamos en "chismorrear" de los otros en ayudar a los otros, seríamos mejores personas y ayudaríamos a otros a serlo también.

¿Cuántas veces con tus palabras dichas sin pensar o en un momento de enojo, has "derrumbado" la credibilidad de una persona o su prestigio o su honorabilidad?
¿Cuántas veces con tus palabras, has ayudado a derrumbar lo que a las personas les ha costado tanto levantar sólo por tu maledicencia?


Tal vez no nos damos cuenta cabal del mal que hacemos cada vez que abrimos la boca para criticar a otros. Nos dice Jesús que serán juzgados y castigados quienes así actúen.

Pero Jesús nos da como siempre una solución cuando hemos caido en éste pecado: Dejar nuestra ofrenda en el suelo, reconciliarnos con nuestro hermano y volver para depositarla en el altar.

Hasta en ésos momentos en que nos damos cuenta de nuestras equivocaciones o nuestros errores por caer en el pecado, Cristo es compasivo y nos da la opción de decir "si o no" a Dios. Nosotros no debemos hacer otra cosa que no sea ésa.

Hoy te digo "si, Señor" con todo mi corazón.


Reflexiones de las Buenas Nuevas
Enero 17, 2014
En Memoria de San Antonio


Esta reflexión fue realizada por Laura Aguilar para Puntadas católicas


Las Bendiciones
"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9).
Bendíganse en todo momento...

Al despedirse, al acostarse, al saludarse...

Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.
"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)


Lecturas del Día:
Eclesiástico (15,16-21)
Sal 118,1-2.4-5.17-18.33-34
Corintios (2,6-10)
san Mateo (5,17-37