Muéstrame tu fé o muéstrame tus obras



Bendiciones 
Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.<

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
 El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

Las lecturas de hoy me hablan directo al corazón. Nos dice Santiago que la fé sin obras es una fé sin valor.
Recuerdo haber estudiado Trabajo social cuando adolescente, carrera a la que mi mamá me apuntó sin siquiera consultarme. Simplemente un día me levantó y me condujo a la escuela, hice el exámen y quedé inscrita. Estuve un año ahí y nadamás.

De niña trataba de obedecer a mi mamá, sabiendo que ella deseaba lo mejor para mí. Sin embargo, me sentí defraudada cuando me inscribió a Trabajo social sin siquiera consultar mi parecer; yo deseaba en ése tiempo ser maestra y se me dijo que no había para ello, pues salía caro.

El resultado es que ése año fué el peor de mi paso por la escuela. Siendo una carrera bellísima, a mí me dejaba con la sensación de impotencia al ver problemas que yo no podía resolver, y las soluciones que mis maestros me daban, rayaban muchas veces en lo ridículo. Pretender que una señora que sostenía su pobre hogar consistente en un cuarto de vecindad, con un trabajo de llenar combustibles que se vendían a 20 centavos cada uno, teniendo 4 hijos y un esposo que ganaba muy poco y gastaba mucho en cerveza, pudiera gastar en 4 camiones de ida y vuelta para ella y uno de sus hijos para llevarlo a una Clínica de la conducta para que se le "analizara" el porqué de su retraimiento y peor aprovechamiento en la escuela, me parecía ridículo.

En cambio, Jesús da obras que corresponden a la fé que se deposita en él. Yo fuí a un internado donde se le cobraba a mi mamá con pocos recursos, una cuota muy pequeña, donde se me alimentaba, cuidaba, ayudaba en la escuela, se me enseñaba la convivencia con otros niños.
En las noches rezábamos hincadas ante la Virgen, dando gracias por lo que teníamos, al comer dábamos gracias por los alimentos.

No nos "estudiaban" a ver qué problemática teníamos, porque ya la sabían. Nos ayudaban simplemente.
Gracias a ellos, pude tener una vida normal: jugar, estudiar, pasear. Mi madre estaba tranquila porque estaba cuidada.
Ella no podía hacerlo porque trabajaba y era madre soltera. Sus hijos mayores estaban casados y no la ayudaban.

La generosidad genera generosidad. Mi madre cuando mayor, viviendo en una colonia donde había muchas necesidades, se volcó a ayudar en la medida de sus recursos: aprendió a inyectar, nos pedía las medicinas que nos sobraban para darlas a los necesitados, empezó a curar con hierbas porque no había un doctor cerca, cuidaba a los chamacos de las señoras, les regalaba un "taquito" cuando podía, compraba los antojitos que cocinaban para mantener a sus hijos, les llevaba ropita que sobraba de sus hijos, les enseñaba lo que podía ayudarlos.

Mi mamá recibió mucha ayuda con sus hijos. Y cuando pudo, también ayudó a otros más necesitados. Tanto, que la llamaban "la abuelita". Y lo fué realmente de muchos que ni de su sangre eran.
El amor crece como verdolaga entre los pobres, porque ellos aprecian toda la ayuda que reciben.

Mi madre era medio ruda para curar porque aprendió en el camino, pero gracias a ellas muchos sanaron.
Mi madre cubrió sus necesidades de ropa. Mi madre cubrió sus necesidades de alimento cuando lo necesitaron.

Me avergoncé un día en que me dijo que iba a hacer una "fiestecita" para mi hijo pequeño. Me dijo que llevara pastel.... y llevé uno pequeño pues pensé sólo en los familiares.

Mi sorpresa fué grande cuando me encontré con muchos niños a quienes la rebanada de pastel que se les dió era la primera que comían en su vida, para quienes los tamales medio crudos que mi abue preparó (mi tía hacía tamales y los vendía, mi mamá nunca aprendió a hacerlo) les sabían a gloria y se terminaron todos y el atole (ése si delicioso porque mi madre se lo hacía a sus hijos cuando chicos como alimento junto a unos sopes) era más de lo que muchos acostumbraban cenar. Desde entonces, me ofrezco a llevar el pastel a las fiestas que me invitan.

Por otro lado, mi padre era igual de generoso. Recuerdo las veces que fuimos a ver a un compadre suyo. Necesitaba trabajo y mi papá le llevó sus primeros huéspedes. Convenció a su patrón dueño del camión que manejaba, organizó una excursión a donde llevó a todos los que pudo. Llegando, los acomodó en hamacas, se comió riquísimo.
De ahí en adelante, su compadre empezó a servir al turismo.

Recuerdo las veces que llegaba y subía a los hijos de su compadre al camión y posteriormente al taxi que poseía para llevarlos a pasear junto con nosotros. Mi papá ponía la comida por supuesto. Era un gusto el que les daba cuando veían llegar a mi padre.

Recuerdo las veces que invitaba a los amigos a comer, a pasear. Era generoso con las personas.

Agradezco siempre, Señor
 el que hayas puesto en mi camino a tantas personas buenas el que hayas allanado mis caminos en todo momento, aún en aquellos momentos en que la oscuridad me cubrió. Agradezco por tantas bendiciones en mi vida.

Ahora sé que cuando estudiante, hubiera podido llevar un "taco" a ésa persona. Recuerdo sus ojos de "te soporto porque mi hijo necesita seguir estudiando" y sus ojos de "otra niña que viene a decirme qué hacer". Y es que en la escuela nos prohibían llevar algo a nadie, nos indicaban nos atuviéramos a las indicaciones... y éso para mí era demasiado.
Nunca más volví a preguntar a las personas si querían un taco, simplemente se los llevo como hacía mi mamá.
En mi trabajo como secretaria, también apliqué siempre las enseñanzas de generosidad de mi mamá y de las personas del internado. No esperaba a que se me pidiera, si podía hacer algo por alguien, lo hacía. Mi trabajo como secretaria me dejaba grandes satisfacciones

Me esmeraba en convencer a las personas a que vendieran aretes y los productos de la tienda donde empecé a trabajar porque eran personas que llegaban necesitadas de trabajo.

Me esmeraba en atenderlas con diligencia porque sabía que era importante para ellas el que entregaran lo que sus clientes les pedían.
Muchas veces ví a personas que habían llegadas necesitadas de un trabajo, con ojos de desesperación, convertirse en personas con ojos de satisfacción al poco tiempo.
Cada tres meses se acostumbraba el "lanzamiento" del nuevo católogo y se hacía con una cena a la que eran invitadas y atendidas por nosotras mismas.

Eso, gracias a las enseñanzas de mis padres cuya fé en Dios era grande así como la generosidad para repartir con otros lo que recibían.

Jesús nos dice hoy "Toma tu cruz y sígueme".
Mi mamá murió en un hospital al que casi nadie fué a verla, sostenida por su fé, sus oraciones, su Biblia,después de que le fué amputada media pierna..
Mi padre fué asesinado en un lugar de la frontera, donde enseñaba, apoyaba, ayudaba a sus compañeros.



Reflexiones de las Buenas Nuevas
Viernes de la Sexta semana del Tiempo Ordinario
Febrero 21, 2014

Esta reflexión fue realizada por Laura Aguilar para "Puntadas católicas"(c) 2014


Lecturas del Dia:
   
Santiago 2, 14-24.26
Salmo 112, 1-6
Marcos 8, 34 - 9, 1



 
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