¿Cuántas veces como padres no nos sentimos con remordimientos cuando nuestros hijos hacen actos malos?
Nos preguntamos ¿en qué hemos fallado? ¿qué hemos hecho mal para que no respondan a nuestros llamados?
Cuando nos hacemos ésas preguntas, ¿estamos siendo honestos con nosotros, con nuestros hijos y principalmente con Dios?.
Seguramente recibiremos muchas respuestas a las cuales debemos ser igualmente honestos para poder tomar medidas que nos ayuden a corregir a nuestros hijos.
Si después de ver las acciones o palabras que hemos hecho o pronunciado, no encontramos razón válida para su mal comportamiento, entonces seguramente podemos pensar en que nuestros hijos están "adorando" a otros dioses que los están conduciendo hacia su perdición. Puede ser que vayan tras el dinero, que vayan tras los placeres, que vayan tras valores que no son los que les hemos enseñado.
Puede que el peso de tantas leyes sea demasiado para ellos y terminen por buscar algo que les sea más fácil de llevar.
En la primera lectura, podemos ver a un atribulado Moisés, el que sacó al pueblo judío, el mismo que les dió las leyes que Dios le dictó en el monte, ver cómo su pueblo adora a un becerro de oro. Y lo vemos subir al monte a dialogar con Dios. En un diálogo en el que le recuerda su promesa de hacer su extirpe grande, de hacerla florecer como lo prometió a sus antepasados. Vemos a un Moisés valiente, que se atreve a cuestionar a Dios por defender a su pueblo, aún cuando éste pueblo ha caido en el pecado de adorar a otros dioses. Dios no puede contradecirse de sus promesas.
Dios escucha a Moisés y no aniquila al pueblo.
¿Cuál es el peor pecado que no te gusta de tus hijos? ¿Ese que has tratado de limar siempre y no logras hacerlo?
Tal vez sea el mismo que Adán y Eva sufrieron: el odio o desamor entre hermanos.
Esto es lo que el diablo hace cuando desea atacarnos. Es su táctica preferida, cuando ve que ha fallado todo lo anterior.
Es por éso que debemos también ser valientes, orar a Dios con toda nuestra alma, todo nuestro corazón y todo nuestro ser siempre.
Jesús en el Evangelio de hoy, habla a su pueblo también: ¿porqué no me creeis? A pesar de todo lo que nos ha dado y amado, no le creemos y le creemos a otros. Dice Jesús que El no puede dar testimonio de sí mismo, sino del Padre que lo envió. Y que a aquellos que no le han creido, habrá uno que los acuse: Moisés, el mismo que los sacó por órden de Dios de Egipto.
Asi también nosotros, debemos confiar en Dios en todo momento, cuando sintamos que estamos siendo vencidos. Debemos dar testimonio de Jesús como hemos dado testimonio de nuestros padres.
Jesús nos ha dicho: "si vosotros como padres aún siendo malos, no dais a vuestros hijos una piedra cuando les piden un pescado, menos su Padre en el cielo".
Nuestros padres aún cuando hayan cometido errores, no lo han hecho o lo hicieron por falta de amor hacia nosotros e interceden por Dios con toda su alma para que nos conserve, a pesar de nuestros pecados y errores, ¿pórqué somos tan tercos en no hacer caso de sus enseñanzas y de sus consejos? Esos consejos pueden llegar através de muchas personas, cuando no queremos escucharlos de sus propios labios.
Muchas veces nosotros somos como Moisés, que conducimos a nuestros hijos através del desierto, que los llenamos de reglas y procuramos por su bien, oramos a Dios por ellos y sufrimos por ellos. Pero el peso de tantas leyes, reglas puede llegar a ser excesivo para sus hombros
Finalmente, se presenta Cristo Jesús en sus vidas y entonces todo es más sencillo: sólo basta amor a Dios, al prójimo como a sí mismos para que sean conducidos al redil de Dios.
Qué hermoso eres Jesús que con tu santa cruz, redimiste al mundo!
Es entonces cuando entiendo que el adorarte en la cruz es ofrecer mis sufrimientos para suplir con ellos los tormentos que te faltaron en tu pasión. Que sea digna, Señor!!
Salmo 105,19-20.21-22.23
R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R/.
Esta reflexión fue realizada por Laura Aguilar para Puntadas católicas© 2014
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Jueves de la Cuarta Semana de Cuaresma
Abril 3, 2014
|
Lecturas del día:
Éxodo 32, 7-14
Salmo 106, 19-23
Juan 5, 31-47
|