Cuando alguien te ama, es lento para perder la paciencia contigo.
Cuando alguien te ama, toma las circunstancias de tu vida y las usa de una forma constructiva para tu crecimiento.
Cuando alguien te ama, está de parte tuya; quiere verte madurar y desarrollarte en el amor.
Cuando alguien te ama, no derrama su ira contigo por todos los "errorcitos" que cometes, aunque sean muchos.
Cuando alguien te ama, le duele profundamente cuando pierdes el camino, pero te orienta a seguir la senda correcta.
Cuando alguien te ama, sigue confiando en ti cuando a veces tú ni siquiera confías en ti mismo. Cuando alguien te ama, nunca te dice que eres un caso perdido; más bien trabaja pacientemente contigo porque te ama y corrige de tal manera que cuesta entender la profundidad del cuidado que tiene por ti.
Cuando alguien te ama, nunca te abandona aunque muchos de tus amigos lo hagan.
Cuando alguien te ama, se queda a tu lado cuando llegas al fondo de la desesperación, cuando ve lo que realmente eres y no te juzga sino que te ve con total justicia, hermosura y amor.
Cuando alguien te ama... es el mayor de todos los dones que demuestran el amor perfecto de Dios.
Jesús comenzó a predicar a la gente diciendo: “El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios ha llegado. Conviértanse y crean en la buena noticia”. Estas palabras que resonaron como una clarinada para convocar al pueblo de Dios, siguen señalando el camino de la salvación: volver al Señor, abandonar nuestros caminos equivocados, purificar el corazón…
Tú no puedes poner fin al hambre, la guerra y la violencia que hay en el mundo.
No puedes curar las espantosas heridas que padece el mundo.
Puedes sufrir por su culpa. Puedes protestar contra ellas. Pero te duele tu impotencia.
O sea que: ¡Tiene que cambiar la sociedad! ¡Hay que cambiar estas estructuras!
Pero resulta que la sociedad se compone de personas. Y esas estructuras las hacen personas. Si no cambia la gente, no puede cambiar nada. Y la crítica social es pura hipocresía, si no me critico a mí mismo.
Sólo cuando hayas cambiado tú de verdad, y no seas ya tan codicioso, ni tan violento, podrás ayudar a los demás a iniciar una vida nueva.
La realidad del pecado es inseparable de la experiencia humana. Pero, por otra parte, la realidad del perdón es inseparable de Dios. Por eso, no hay ninguna situación de pecado que no se pueda cambiar y que no nos permita reencontrar la paz.
Nunca, jamás Dios le quita al hombre la posibilidad de ser feliz. Esta es una maravillosa “buena nueva” de Jesús.
* Enviado por el P. Natalio