El gato blanco




Intercambiar experiencias entre personas curtidas por la vida, es enriquecedor. Se aprende mucho sin necesidad de sufrirlo en la propia piel. Los clásicos decían, “de lo sucedido a uno sólo, aprendan todos”. Son consejos que siempre tienes que confrontarlos con tus propios conocimientos y aplicarlos con prudencia. Una fábula demuestra el valor de un consejo.
Cuando una familia se mudó de casa se olvidó de llevarse al hermoso gato blanco que tenía.
intentó sobrevivir como hacen los gatos pobres que cazan ratones y pájaros. Pero, nunca podía agarrar nada, a pesar de que no era de los más torpes.
Un gato gris que lo observaba descubrió el secreto de su mala suerte y le aconsejó rebajar un poco el brillo de su traje, revolcándose en el polvo, ya que por su pelaje blanco, los ratones y pájaros de lejos lo veían venir y se escondían o escapaban.
“Por eso, dijo, no cazas nada”.
Así lo hizo y pudo vivir bien.
Ayudar a los que se encuentran en dificultades es un aspecto práctico de la fraternidad humana. De este olvido de ti mismo, surgirá como por magia, tu propia felicidad y alegría, tu auténtica realización.

Mira, pues, a tu alrededor: cuántos hoy necesitan de tu consejo, de tu sonrisa, de tu abrazo o simplemente de tu compañía.


* Enviado por el P. Natalio


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La parábola de hoy se presta a mala interpretación. Cristo alaba al administrador infiel, pero como es lógico Cristo no alaba el fraude, lo que alaba es la sagacidad en asegurarse el futuro. Hay que ser previsor del futuro.

Cristo nos recomienda que nos preparemos para la vida eterna. Muchos viven en este mundo como si aquí se acabara todo, y va a llegar el día en que nos van a pedir cuentas de lo que hicimos aquí. Y de nuestra conducta en la vida de la tierra va a depender nuestra vida eterna.

Cristo advierte de los que adoran el dinero: «No podéis servir a dos señores».
Lo de adorar el dinero es algo sutil. El dinero es necesario para vivir. Preocuparnos por él es lógico y necesario.
Lo desordenado es la preocupación excesiva, ponerlo por encima de todo, subordinarle a él valores superiores.

Los que adoran el dinero no aman a Dios sobre todas las cosas, como está mandado.

(P. Jorge Loring S. J.)