Amabilidad



Nuestras mejores obras deben llevar el sello del amor.
Porque si las hacemos con amor, las obras, por pequeñas e insignificantes que sean, tendrán un gran valor para Dios y para la salvación de las almas.

En cambio si hacemos grandes obras, pero sin poner amor a Dios, entonces no servirán para nada.
Es que si hacemos algo por los demás para recibir algo a cambio, nuestra motivación no es la de Cristo.

Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a darnos cuenta de nuestros momentos de egoísmo para saber y poder evitarlos. Y siempre obremos con amor.




Cuando de alguien se dice, “es una buena persona”, así simplemente, se la está calificando con la nota más excelente: la bondad.
Ser bueno es ser de nobles sentimientos, honrado, servicial, respetuoso con todos, amable, generoso. La bondad sintetiza aspectos muy valiosos de la personalidad que generan en los demás, aprecio, admiración y simpatía.
Sean amables y generosos, que nadie acuda a ustedes sin irse mejor y más contento.

Sean la expresión viva de la amabilidad de Dios: amabilidad en el rostro, amabilidad en los ojos, amabilidad en la sonrisa, amabilidad en la manera de saludar de ustedes.

Entre los pobres, nosotros somos la amabilidad de Dios hacia los pobres. Regalen siempre una sonrisa gozosa a los pobres, a los niños, a todos los que sufren y se encuentran solos.
No les den sólo sus cuidados, sino también su corazón

(Madre Teresa de Calcuta)
¡Cuánta luz, cuánta bondad, cuánto apoyo puedes dar cada día! Dios te necesita para esta tarea de buen samaritano. Él te da sus dones para que los irradies con un corazón generoso. Que hoy seas instrumento de su misericordia. Hasta mañana.

* Enviado por el P. Natalio




"Prometo decir al Señor cuando me llame:
Señor, yo me quedo a la puerta del paraíso.
¡Entraré cuando haya visto entrar
al último de mis hijos espirituales!"