“Si llegas a la oración y no consigues entrar en contacto con Dios,
toma el Rosario y recita lentamente una o dos decenas; muy pronto verás el resultado. Sorprenderás a tu corazón en «flagrante delito» de oración y serás introducido, sin darte cuenta en el corazón de la Santísima Trinidad por la oración de María” (Jean Lafrance).
Se cuenta que san Pedro, muy preocupado al notar irregularidades en el cielo, se puso a investigar y encontró por donde se infiltraban algunos.
Buscó al Señor y le dijo:
—Mira, Jesús, hace unos días venía observando que hay algunos aquí que no recordaba haberles abierto las puertas a la felicidad eterna. Hice mis investigaciones y hallé el hueco por donde entran. Yo quisiera que lo vieras...
Aceptó Jesús acompañarlo y vio que del hoyo descubierto colgaba hacia la tierra un inmenso rosario, por donde subían muchas almas.
Alarmado, le dijo Pedro:
— Creo, Señor, que debemos cerrar esa entrada.
—No, no, — le respondió Jesús, — ¡Déjalo así!...
Esas son cosas de mamá...
“En el Rosario he hallado los atractivos más dulces, más suaves, más eficaces y más poderosos para unirme con Dios” (Santa Teresa de Jesús).
“El Rosario es el instrumento con el cual se vence al demonio y se obtienen todas las gracias.
Es la síntesis de nuestra fe, el sostén de nuestra esperanza, la expresión y crecimiento de nuestra caridad” (San Pío de Pietrelcina).
Valoriza esta devoción alabada por los santos.
* Enviado por el P. Natalio