La madurez

«El mejor hábito que podemos adquirir, es hacer un inventario positivo al despertar.
Allí mismo, en la cama, dedicar unos minutos a dar gracias por todo lo que tenemos,
en lugar de empezar el día quejándonos de lo que no tenemos»


A veces, aunque tenga mucho que hacer, unos pocos momentos de reposo me brindan energías para hacer todo lo necesario. Y como estoy atento, sé reconocer cuando el cuerpo me indica que debo descansar. Entonces descanso.

Si estoy tratando de resolver una diferencia con otros y no aparece ninguna solución, quizá lo mejor que puedo hacer es dejarlo reposar. La próxima vez que me encuentre con ellos, quizás el problema se haya resuelto solo. Si no es así, me encuentro fresco y más atento a las soluciones y los actos correctos.

Permitir el reposo, para mí o para determinada situación, puede ser de gran ayuda. Mientras descanso, la vida y la inteligencia de Dios, que están en las células de mi cuerpo, se comunican conmigo. La sabiduría divina que recibo influirá sobre todas las decisiones que tome, sobre todas las acciones que inicie.
Madurez es la habilidad de controlar la ira y resolver las discrepancias sin violencia o destrucción.
Madurez es cuando aprendemos a no prejuzgar, no juzgar, no criticar, no participar en los rumores falsos que contaminan nuestra alma.
Madurez es poner en práctica las enseñanzas de la vida recibidas que nos lleven a la verdadera felicidad.
Madurez es tener una gran intuición y hacer a un lado todo aquello que nos manipule o afecten a nuestras vidas.
Madurez es paciencia. Es la voluntad de posponer el placer inmediato en favor de un beneficio a largo plazo.
Madurez es perseverancia, es la habilidad de sacar adelante un proyecto o una situación a pesar de fuerte oposición y retrocesos decepcionantes.
Madurez es humildad. Es ser suficientemente grande para decir “me equivoqué” y, cuando se está en lo correcto, la persona madura no necesita experimentar la satisfacción de decir “te lo dije”.
Madurez es la capacidad de tomar una decisión y sostenerla. Los inmaduros pasan sus vidas explorando posibilidades para al fin no hacer nada. Madurez significa confiabilidad, mantener la propia palabra, superar la crisis.
Madurez es el arte de vivir en paz con lo que no se puede cambiar.
Los inmaduros son maestros de la excusa, son los confusos y desorganizados. Sus vidas son una confusión de promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar y buenas intenciones que nunca se convierten en realidades.

Envejecer es obligatorio, madurar es opcional”.


El asno, el gallo y el león

Hay una realidad indiscutible, normal y prevista por Dios con un designio de amor: los talentos han sido distribuidos en forma desigual. ¿No te parece que es con el fin de hacernos crecer en el amor y el servicio complementándonos, ayudándonos, intercambiando los dones, integrándonos a la familia humana?

Estaban un gallo y un asno en un pastizal cuando llegó un hambriento león. Y ya iba el león a tirarse encima del asno, cuando el gallo, cuyo cantar se dice que aterroriza a los leones, chilló fuertementente, haciendo salir corriendo al león tan rápido como pudo. El asno al ver el impacto que un simple canto del gallo realizaba, se llenó de coraje para atacar al león, y corrió tras de él con ese propósito. No había recorrido gran trecho cuando el león se volvió, lo atrapó y lo destrozó. (Esopo).

Es bueno reconocer las fortalezas y ventajas de uno mismo y de los demás para servirnos de los dones personales adecuadamente, sin pretender destacarnos en toda habilidad y destreza. Apeles dijo una vez a un zapatero que se metió a crítico de arte señalando defectos en sus maravillosas pinturas: “Zapatero, a tus zapatos”.
(P. Natalio)

Oh Dios, que hiciste gloriosa a tantos santos por su notable caridad hacia los pobres; concede, por su intercesión y ejemplo, que tu caridad crezca continuamente en nuestros corazones.
Por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén