Antes nunca pensaba en Dios, ni me daba cuenta de su actuar en mi vida. Sólo después de una gran depresión, de que todo se oscureció, de que todo calló, pude ver su luz, escuchar su voz.
De alguna manera sabía que todo saldría bien.
Tenía la dicha de que mi papá viviera. El era como el sol: brillante. A veces me enojaba con él y era como cuando el sol quema. A veces sentía su ausencia y era como si el sol se ocultara en el horizonte.
La oscuridad me daba mucho miedo. Era como cuando no ves el sol.
Así fué mi relación con mi padre durante los 28 años que Dios me permitió gozar de él. Ahora sé cuánto me quiso, ahora sé porqué me sentía segura a pesar de que pasara lo que pasara.
En los momentos más difíciles, él estuvo presente. Sin saber cómo de pronto lo veía aparecer con su sonrisa, la que pocas veces perdió. Tenía (ahora lo sé) una fortaleza interior que sólo Dios puede dar. Pocas veces perdió la paciencia, la conciencia, la serenidad (o por lo menos, yo no lo ví hacerlo)
Y no es que no tuviera motivos para perderla: su padre falleció cuando él tenía escasos 4 o 5 años. Su madre lo dejó a cargo de sus abuelos cuando encontró a otra persona en su vida. Vió nacer y crecer a sus hermanos lejos de él. Su mamá (que también fué la mía porque la madre que me dió el ser, nos dejó a mi hermana y a mí a su cuidado desde mis 9 meses y los casi 2 años de mi hermana) tuvo hijos con tres hombres además de mi abuelo.
Su abuelito lo quería mucho y su abuelita más, pero eran muy intransigente él y ella demasiado sumisa. Así que a los casi 12 años tomó camino hacia el mar. Creo que era porque amó tanto a su papá y su papá a él, que el mar era como una extensión de su padre. Mi abuelo (su padre) fué teniente del ejército mexicano. Estudió en el Heroíco Colegio Militar como algunos hijos de españoles lo hacían.
Al enamorarse de mi abuelita, sus padres se enojaron, le dieron a elegir entre ellos (con su dinero proveniente de diversos negocios) y el amor de su mujer (que era de familia humilde, pero no tirada a la calle)
En ésos tiempos se vivía en México aún el resquemor hacia la gente española. Aún estaba reciente la Independencia y las sucesivas cuestiones políticas, económicas entre España y México. Y más todavía la Revolución y la posterior guerra cristera Corrían los primeros años del Siglo XX.
En España se vino una depresión económica en la segunda mitad de los años 1800, al perder su hegemonía en América.
Algunos españoles se negaban a aceptar ésa pérdida que representaba mucho poder económico, pero también algo de orgullo al sentirse dueños de tierras tan extensas.
Algunos (como mis bisabuelos) llegaron a México con dinero al huir de las guerras internas que se sucedieron a partir de la depresión. Muchos se adaptaron y aceptaron las nuevas condiciones que existían en ése tiempo, pero otros aún se sentían en cierto modo superiores a los mexicanos (que para ése entonces ya no eran indígenas propiamente dicho, ni criollos, sino una mezcla de español, indio y negro, con tintes de otros países europeos como Francia que también tuvo colonias en América)
Esa situación que vivía México con España tensa, de amor, de fraternidad, pero también de resquemor se reflejó en varias parejas como mis abuelos que vivieron una incomprensión de parte de sus respectivas familias. Mi abuelo renunció al dinero de sus padres y mi abuelita renunció a la tutela de los suyos. Se fueron a vivir a Veracruz, pues ahí estaba su plaza en el ejército. Mi padre nació ahí. Así que sus primeros recuerdos transcurrieron entre el sonido del mar, de las voces de sus padres. A través de él, conocí a mi abuelo.
Nadie en la familia que conozco era como él. De algún lado heredó su fortaleza, no sólo física sino de carácter. Esa alegría de vivir que no pudo destruirla ninguna situación adversa.
Por mucho que quiera no puedo sino tratar de entender lo que es vivir huérfano de un padre que llenó su vida y que tuvo influencia en él tan fuerte a pesar de haberlo tenido por tan sólo 4 años. Mi abuelo Rafael Heredia fué el amor de mi abuelita Benigna (que nadie la llamaba así, sino Catalina porque tenía una tía a la que quería mucho llamada Catarina y cuando empezó a hablar, ella llamaba Catalina al no poder pronunciar la r, y Catalina empezó a llamarla la tía y todos). Mi mamá-abuelita aprendió muchas cosas de él pero creo que la más importante fué su fortaleza.
Como decía, a los 12 o 13 años, la vida le dió a mi papá la oportunidad de entrar como grumete (o sea, ayudante general) de un barco. Volvió al mar, del que pocas veces estuvo lejos.
Para mi padre, lo más importante era la familia. Creo que ése fué su deseo más grande. Y nunca la tuvo.
Conoció a Sarah una mujer del norte con quien empezó a andar de novio muy joven, pero como ella sólo venía de vez en cuando a casa de sus tío (que fué donde se conocieron), su relación era en la lejanía y através de las primas de ella (las cuales fueron mis madrinas)
Ahí es donde entra mi madre en escena. Mi abuela materna era sirvienta en casa de mis madrinas. Y eran muy fiesteras y alegres. En una de ésas fiestas, al calor de elas copas, del baile (y de una de las ausencias de Sarah) engendraron a mi hermana.
Como sucedía en ése tiempo, se casaron (o creo que lo hicieron, pero no me consta) y vivieron una corta, pero tempestuosa relación. El trató de llevarla a vivir a Acapulco que era su base y donde nació mi hermana y donde me engendraron a mí, pero nunca se adaptó mi mamá a las condiciones del puerto. Obviamente en ése tiempo y a los escasos 18 años de mi papá, con una mujer, con una hija y otra en camino, el dinero no era mucho.
La vivienda que tenían no era propiamente un palacio, sino una choza de carrizo como eran muchas de las viviendas de entonces ahí.
Los niños corrían muchas veces desnudos o sin calzones y sin zapatos en la tierra, se trepaban a las palmeras. Eran felices entre gallinas, puercos en los que se montaban, jugando sin importarles si vivían en un palacio o no
Ella se regresó en uno de sus muchos impulsos a México. y él, después de algunas discusiones, terminó por aceptar ésas condiciones: él en Acapulco, visitándola en sus descansos. Pero a mi madre no le bastó con el cambio, ella deseaba ser libre. Tenía menos de 20 años,,2 hijas que le lloraban y le brincaban.
Buscó ayuda con su mamá y con su hermana, pero también tenían hijos pequeños y nosotras estábamos tal vez mal acostumbradas, pues mi padre nos trataba como princesitas y nos rebelábamos ante cualquier clase de "injusticias" como sentíamos a ésa edad: el que los otros hijos tanto de la abuela como de los tíos se pusieran nuestras ropas, usaran nuestros juguetes, se comieran la comida que mi papá y su mamá (mi abuelita a la que llamo mamá) llevaban, se comieran nuestros dulces, etc.
Compadezco a mi madre también. Nunca la he culpado por la decisión que tomó al entregarnos con la mamá de mi papá. Ella la entendía y sabía que estaríamos bien con ella.
Por boca de testigos, he sabido que nunca se llevaron mis papás. Tenían el carácter fuerte ambos, discutían mucho. Mi papá en ése tiempo, empezó a tomar, cosa que hizo por poco tiempo, pues como él decía, el alcohol no lo dominaba.
Pero creo que en ése tiempo sí lo llegó a dominar. Mi mamá lo sacaba de sus casillas. Total, que terminaron muchas veces y se reconcialaron otras tantas, hasta que finalmente, ella se fué.
De hecho, no tengo recuerdos de ella. Los brazos amorosos de mi mamá-abuelita llenaron todas mis carencias. Y la fortaleza de mi papá-sol llenaba de calor mi vida. No me hizo falta, gracias a Dios. Ni nosotras a ella, pues se casó después con un hombre con el que vivió 50 años y tuvo 6 hijos más.
Mi padre era mi sol. Lo admiraba. Como digo, llegó en momentos de mi vida difíciles. Cuando mi hija murió a los dos meses, no supe cómo, pero mi papá llegó, pagó los gastos del sepelio, yo no tenía cabeza para pensar en nada. El se hizo cargo, sin decir nada.
Cuando mi hijo nació y mi esposo perdió el trabajo al poco tiempo, mi padre llegó con la solución en las manos. Nunca he sabido cómo pudo llegar a donde vivíamos si nunca lo invité al departamento, ni siquiera le dije dónde vivía. Supongo que por mi hermana, pero ni ella había ido nunca. Así que éso es un misterio para mí hasta hoy. Supongo que Dios que siempre ha estado al pendiente de nosotros, lo puso en mi camino.
Llegó con un ramo de flores y con la oferta de irnos a vivir con él en dos cuartitos y una cocina que tenía en el terreno. El estaba construyendo una casa de dos pisos ahí mismo y tenía un taller mecánico y dos taxis.
Fué como de milagro. Así que nos fuímos a su casa.
Para ése entonces, Sarah (con la que terminó por casarse, después de vivir una relación con una mujer, tener otros 3 hijos más la hija de ella a la que también trató como hija propia, y con la que vivió otra relación tormentosa pues ella nunca nos aceptó a mi hermana y a mí más que de visita de vez en vez. El trató de juntar a sus hijos en una casa grande, trató de formar una familia con la hija de ella, con nosotras y con los hijos de ambos, pero fué inútil. Después de varios intentos, ella también terminó por irse llevándose a mis hermanos a los que quise mucho y con los que conviví sólo por momentos durante 9 años)
Como decía, por ése entonces Sarah con la que se casó y con la que vivió durante 16 años se había ido a su tierra como hacía a lo largo de ése tiempo. Nunca dejó de estar al pendiente de su familia y nunca terminó por formar una familia con mi papá. Nos aceptaba como sus hijas, de hecho así nos presentaba en todos lados, nos trataba muy bien, nuestros hijos la llamaban abuelita. Pero un día también se fué. Su mamá estaba mayor, sus hermanos tenían problemas y quiso arreglarselos como acostumbraba hacer siempre. Mi papá no pudo irse con ella, pues tenía el taller, la casa, sus hijos en la ahora CDMX (mi papá seguía estando al pendiente de sus hijos, aunque ellos no lo vieran pues su mamá no lo permitía)
Sarah terminó por elegir a su familia. Yo creo que nunca valoró la familia que mi papá le ofrecía: nosotras, él, mi mamá-abuelita, mis tíos que la respetaban. De hecho, todos la escuchaban y veían como a alguien especial.
Mi papá se unió entonces a su última mujer. Ella era muy joven, tenía una hija para quien mi padre fué su papá, tuvieron a mi último hermano, el cual es de la edad de mis hijos. Con ella vivió sus últimos años, hasta que finalmente fué asesinado en Reynosa a donde se había trasladado con su mujer y sus dos hijos.
Falleció muy joven, de escasos 54 años. Pero tuvo una vida muy intensa.
De él puedo recordar muchas cosas, puedo recordar muchos de sus pensamientos, pero sobre todo, el amor que siempre tuvo a sus hijos, a su madre a la que trató de ayudar y a sus hermanos a los que siempre buscó y a los que también trató de ayudar.
Mi padre no fué comprendido por muchos, fué ignorado por otros muchos, pero fué amado por muchos amigos, pues era muy buen amigo. Fué amado por sus hijos en los cuales dejó huella profunda, aunque algunos aún no terminan por aceptar la realidad. Nunca fué él quien terminó con una mujer, fueron ellas las que se fueron al no tener el corazón tan grande y tan lleno de amor como el de él. Por éso digo que era como el sol. Calentó a muchas personas aunque ellas no se dieran cuenta.
Un día como hoy, nació ése sol. Descansa en paz, papá querido. Tal vez nunca terminaré por entenderte, pero nunca podré olvidarte.
Estas reflexiones se llaman "De visita en Francia". Y no podía faltar el recuerdo de él. Y digo ésto, porque según mis investigaciones, la familia de mi abuelo, llegada de España en tiempos turbulentos, también tiene tintes franceses al provenir del país vasco. No estoy muy segura si alguno de mis ancestros tuviera sangre francesa, cosa poco improbable.
Esto último lo digo porque Dios no hace nada coincidentalmente. No existen las coincidencias, sino las "diosidencias".
Mi padre, en sus tiempos de marinero llegó a las costas francesas, no desembarcó porque lo arrestaron y le impideron su desembarco.
Cuando yo era niña de 12 años tuve intercambios por carta con otros niños de otros países. Y algo me hizo solicitar intercambio entre un niño francés y yo, pero nunca tuve respuesta.
Muchos años después, uno de mis hijos por "diosidencia" conoció en Guanajuato a una muchacha, con la que se casó y ahora es mi nuera y madre de mi hasta ahora, único nieto. Resulta que ella nació en Francia, aunque su familia no es del mismo orígen, sino emigrantes de la india.
Mi hijo vive ahora en Francia, mi nieto nació también en Francia.
Nada de éso puede ser coincidencia. Nunca nos imaginamos algo parecido. Siempre pensé en España como el lugar de donde procedían mis ancestros, pero Dios como siempre, tiene la última palabra y me encuentro ahora en Francia escribiendo éstas reflexiones, que son una mezcla de mi diario vivir, de mis recuerdos. Así que lo que pretendió ser un recuento de mi día a día, terminó siendo un sumergirme en mi interior en busca de mi pasado.
Mis hijos tal vez han heredado algo de la fortaleza de mi padre, de mis abuelos porque tampoco les ha tocado una vida fácil ni llena de algodones. Les tocó vivir en su adolescencia la peor etapa de mi vida. Yo le llamo mi desajuste total, donde traté de suicidarme, donde ellos fueron un mástil de donde sostenerme. No debió ser fácil vivirlo a ésa edad, sin embargo son unos hombres de los que puedo sentirme orgullosa.
Y ése carácter no lo heredaron de mí por supuesto. Me caí por completo, me hundí por 4 años en la desesperanza total. Sólo Cristo me sacó de ahi
Por éso desde hace 20 años he consagrado mi vida (que yo llamo la segunda oportunidad que Dios me díó) a agradecerle por cada día. Y como dicen "obras son amores y no buenas razones" he puesto mi vida, mis manos, mi ser entero a disposición de El A cada momento le pido que no me desampare, que siga iluminando mi vida, que sea El quien dirija mi barca y que no permita se baje de ella aunque mi instinto me diga lo contrario.
Gracias, Señor por el padre tan especial que me diste, gracias por mis hermanos, por mi mamá-abuelita, por mis hijos y por mis nietos (aunque tengo sólo uno hasta ahora, nunca pierdo la esperanza, jejeje). Te sigo pidiendo por todos nosotros y por el descanso de mis papás.
Algunos españoles se negaban a aceptar ésa pérdida que representaba mucho poder económico, pero también algo de orgullo al sentirse dueños de tierras tan extensas.
Algunos (como mis bisabuelos) llegaron a México con dinero al huir de las guerras internas que se sucedieron a partir de la depresión. Muchos se adaptaron y aceptaron las nuevas condiciones que existían en ése tiempo, pero otros aún se sentían en cierto modo superiores a los mexicanos (que para ése entonces ya no eran indígenas propiamente dicho, ni criollos, sino una mezcla de español, indio y negro, con tintes de otros países europeos como Francia que también tuvo colonias en América)
Esa situación que vivía México con España tensa, de amor, de fraternidad, pero también de resquemor se reflejó en varias parejas como mis abuelos que vivieron una incomprensión de parte de sus respectivas familias. Mi abuelo renunció al dinero de sus padres y mi abuelita renunció a la tutela de los suyos. Se fueron a vivir a Veracruz, pues ahí estaba su plaza en el ejército. Mi padre nació ahí. Así que sus primeros recuerdos transcurrieron entre el sonido del mar, de las voces de sus padres. A través de él, conocí a mi abuelo.
Nadie en la familia que conozco era como él. De algún lado heredó su fortaleza, no sólo física sino de carácter. Esa alegría de vivir que no pudo destruirla ninguna situación adversa.
Por mucho que quiera no puedo sino tratar de entender lo que es vivir huérfano de un padre que llenó su vida y que tuvo influencia en él tan fuerte a pesar de haberlo tenido por tan sólo 4 años. Mi abuelo Rafael Heredia fué el amor de mi abuelita Benigna (que nadie la llamaba así, sino Catalina porque tenía una tía a la que quería mucho llamada Catarina y cuando empezó a hablar, ella llamaba Catalina al no poder pronunciar la r, y Catalina empezó a llamarla la tía y todos). Mi mamá-abuelita aprendió muchas cosas de él pero creo que la más importante fué su fortaleza.
Como decía, a los 12 o 13 años, la vida le dió a mi papá la oportunidad de entrar como grumete (o sea, ayudante general) de un barco. Volvió al mar, del que pocas veces estuvo lejos.
Para mi padre, lo más importante era la familia. Creo que ése fué su deseo más grande. Y nunca la tuvo.
Conoció a Sarah una mujer del norte con quien empezó a andar de novio muy joven, pero como ella sólo venía de vez en cuando a casa de sus tío (que fué donde se conocieron), su relación era en la lejanía y através de las primas de ella (las cuales fueron mis madrinas)
Ahí es donde entra mi madre en escena. Mi abuela materna era sirvienta en casa de mis madrinas. Y eran muy fiesteras y alegres. En una de ésas fiestas, al calor de elas copas, del baile (y de una de las ausencias de Sarah) engendraron a mi hermana.
Como sucedía en ése tiempo, se casaron (o creo que lo hicieron, pero no me consta) y vivieron una corta, pero tempestuosa relación. El trató de llevarla a vivir a Acapulco que era su base y donde nació mi hermana y donde me engendraron a mí, pero nunca se adaptó mi mamá a las condiciones del puerto. Obviamente en ése tiempo y a los escasos 18 años de mi papá, con una mujer, con una hija y otra en camino, el dinero no era mucho.
La vivienda que tenían no era propiamente un palacio, sino una choza de carrizo como eran muchas de las viviendas de entonces ahí.
Los niños corrían muchas veces desnudos o sin calzones y sin zapatos en la tierra, se trepaban a las palmeras. Eran felices entre gallinas, puercos en los que se montaban, jugando sin importarles si vivían en un palacio o no
Ella se regresó en uno de sus muchos impulsos a México. y él, después de algunas discusiones, terminó por aceptar ésas condiciones: él en Acapulco, visitándola en sus descansos. Pero a mi madre no le bastó con el cambio, ella deseaba ser libre. Tenía menos de 20 años,,2 hijas que le lloraban y le brincaban.
Buscó ayuda con su mamá y con su hermana, pero también tenían hijos pequeños y nosotras estábamos tal vez mal acostumbradas, pues mi padre nos trataba como princesitas y nos rebelábamos ante cualquier clase de "injusticias" como sentíamos a ésa edad: el que los otros hijos tanto de la abuela como de los tíos se pusieran nuestras ropas, usaran nuestros juguetes, se comieran la comida que mi papá y su mamá (mi abuelita a la que llamo mamá) llevaban, se comieran nuestros dulces, etc.
Compadezco a mi madre también. Nunca la he culpado por la decisión que tomó al entregarnos con la mamá de mi papá. Ella la entendía y sabía que estaríamos bien con ella.
Por boca de testigos, he sabido que nunca se llevaron mis papás. Tenían el carácter fuerte ambos, discutían mucho. Mi papá en ése tiempo, empezó a tomar, cosa que hizo por poco tiempo, pues como él decía, el alcohol no lo dominaba.
Pero creo que en ése tiempo sí lo llegó a dominar. Mi mamá lo sacaba de sus casillas. Total, que terminaron muchas veces y se reconcialaron otras tantas, hasta que finalmente, ella se fué.
De hecho, no tengo recuerdos de ella. Los brazos amorosos de mi mamá-abuelita llenaron todas mis carencias. Y la fortaleza de mi papá-sol llenaba de calor mi vida. No me hizo falta, gracias a Dios. Ni nosotras a ella, pues se casó después con un hombre con el que vivió 50 años y tuvo 6 hijos más.
Mi padre era mi sol. Lo admiraba. Como digo, llegó en momentos de mi vida difíciles. Cuando mi hija murió a los dos meses, no supe cómo, pero mi papá llegó, pagó los gastos del sepelio, yo no tenía cabeza para pensar en nada. El se hizo cargo, sin decir nada.
Cuando mi hijo nació y mi esposo perdió el trabajo al poco tiempo, mi padre llegó con la solución en las manos. Nunca he sabido cómo pudo llegar a donde vivíamos si nunca lo invité al departamento, ni siquiera le dije dónde vivía. Supongo que por mi hermana, pero ni ella había ido nunca. Así que éso es un misterio para mí hasta hoy. Supongo que Dios que siempre ha estado al pendiente de nosotros, lo puso en mi camino.
Llegó con un ramo de flores y con la oferta de irnos a vivir con él en dos cuartitos y una cocina que tenía en el terreno. El estaba construyendo una casa de dos pisos ahí mismo y tenía un taller mecánico y dos taxis.
Fué como de milagro. Así que nos fuímos a su casa.
Para ése entonces, Sarah (con la que terminó por casarse, después de vivir una relación con una mujer, tener otros 3 hijos más la hija de ella a la que también trató como hija propia, y con la que vivió otra relación tormentosa pues ella nunca nos aceptó a mi hermana y a mí más que de visita de vez en vez. El trató de juntar a sus hijos en una casa grande, trató de formar una familia con la hija de ella, con nosotras y con los hijos de ambos, pero fué inútil. Después de varios intentos, ella también terminó por irse llevándose a mis hermanos a los que quise mucho y con los que conviví sólo por momentos durante 9 años)
Como decía, por ése entonces Sarah con la que se casó y con la que vivió durante 16 años se había ido a su tierra como hacía a lo largo de ése tiempo. Nunca dejó de estar al pendiente de su familia y nunca terminó por formar una familia con mi papá. Nos aceptaba como sus hijas, de hecho así nos presentaba en todos lados, nos trataba muy bien, nuestros hijos la llamaban abuelita. Pero un día también se fué. Su mamá estaba mayor, sus hermanos tenían problemas y quiso arreglarselos como acostumbraba hacer siempre. Mi papá no pudo irse con ella, pues tenía el taller, la casa, sus hijos en la ahora CDMX (mi papá seguía estando al pendiente de sus hijos, aunque ellos no lo vieran pues su mamá no lo permitía)
Sarah terminó por elegir a su familia. Yo creo que nunca valoró la familia que mi papá le ofrecía: nosotras, él, mi mamá-abuelita, mis tíos que la respetaban. De hecho, todos la escuchaban y veían como a alguien especial.
Mi papá se unió entonces a su última mujer. Ella era muy joven, tenía una hija para quien mi padre fué su papá, tuvieron a mi último hermano, el cual es de la edad de mis hijos. Con ella vivió sus últimos años, hasta que finalmente fué asesinado en Reynosa a donde se había trasladado con su mujer y sus dos hijos.
Falleció muy joven, de escasos 54 años. Pero tuvo una vida muy intensa.
De él puedo recordar muchas cosas, puedo recordar muchos de sus pensamientos, pero sobre todo, el amor que siempre tuvo a sus hijos, a su madre a la que trató de ayudar y a sus hermanos a los que siempre buscó y a los que también trató de ayudar.
Mi padre no fué comprendido por muchos, fué ignorado por otros muchos, pero fué amado por muchos amigos, pues era muy buen amigo. Fué amado por sus hijos en los cuales dejó huella profunda, aunque algunos aún no terminan por aceptar la realidad. Nunca fué él quien terminó con una mujer, fueron ellas las que se fueron al no tener el corazón tan grande y tan lleno de amor como el de él. Por éso digo que era como el sol. Calentó a muchas personas aunque ellas no se dieran cuenta.
Un día como hoy, nació ése sol. Descansa en paz, papá querido. Tal vez nunca terminaré por entenderte, pero nunca podré olvidarte.
Estas reflexiones se llaman "De visita en Francia". Y no podía faltar el recuerdo de él. Y digo ésto, porque según mis investigaciones, la familia de mi abuelo, llegada de España en tiempos turbulentos, también tiene tintes franceses al provenir del país vasco. No estoy muy segura si alguno de mis ancestros tuviera sangre francesa, cosa poco improbable.
Esto último lo digo porque Dios no hace nada coincidentalmente. No existen las coincidencias, sino las "diosidencias".
Mi padre, en sus tiempos de marinero llegó a las costas francesas, no desembarcó porque lo arrestaron y le impideron su desembarco.
Cuando yo era niña de 12 años tuve intercambios por carta con otros niños de otros países. Y algo me hizo solicitar intercambio entre un niño francés y yo, pero nunca tuve respuesta.
Muchos años después, uno de mis hijos por "diosidencia" conoció en Guanajuato a una muchacha, con la que se casó y ahora es mi nuera y madre de mi hasta ahora, único nieto. Resulta que ella nació en Francia, aunque su familia no es del mismo orígen, sino emigrantes de la india.
Mi hijo vive ahora en Francia, mi nieto nació también en Francia.
Nada de éso puede ser coincidencia. Nunca nos imaginamos algo parecido. Siempre pensé en España como el lugar de donde procedían mis ancestros, pero Dios como siempre, tiene la última palabra y me encuentro ahora en Francia escribiendo éstas reflexiones, que son una mezcla de mi diario vivir, de mis recuerdos. Así que lo que pretendió ser un recuento de mi día a día, terminó siendo un sumergirme en mi interior en busca de mi pasado.
Mis hijos tal vez han heredado algo de la fortaleza de mi padre, de mis abuelos porque tampoco les ha tocado una vida fácil ni llena de algodones. Les tocó vivir en su adolescencia la peor etapa de mi vida. Yo le llamo mi desajuste total, donde traté de suicidarme, donde ellos fueron un mástil de donde sostenerme. No debió ser fácil vivirlo a ésa edad, sin embargo son unos hombres de los que puedo sentirme orgullosa.
Y ése carácter no lo heredaron de mí por supuesto. Me caí por completo, me hundí por 4 años en la desesperanza total. Sólo Cristo me sacó de ahi
Por éso desde hace 20 años he consagrado mi vida (que yo llamo la segunda oportunidad que Dios me díó) a agradecerle por cada día. Y como dicen "obras son amores y no buenas razones" he puesto mi vida, mis manos, mi ser entero a disposición de El A cada momento le pido que no me desampare, que siga iluminando mi vida, que sea El quien dirija mi barca y que no permita se baje de ella aunque mi instinto me diga lo contrario.
Gracias, Señor por el padre tan especial que me diste, gracias por mis hermanos, por mi mamá-abuelita, por mis hijos y por mis nietos (aunque tengo sólo uno hasta ahora, nunca pierdo la esperanza, jejeje). Te sigo pidiendo por todos nosotros y por el descanso de mis papás.